viernes, 4 de noviembre de 2022

Reclamación incomprensible

         Ayer leimos en Heraldo de Aragón que el Ayuntamiento de Vinaroz (Castellón) se había dirigido al Presidente del Gobierno de Aragón, a través de una carta, pidiéndole que sus tuits utilice el nombre de esa localidad en valenciano. La noticia nos ha causado auténtica estupefacción.




         Resulta que el nombre de Vinaroz en valenciano es “Vinaròs”, pero obligar a su empleo en el resto del territorio resulta tan ridículo como si el gobierno británico presentara una queja a las agencias de viajes y a los medios de comunicación españoles por utilizar “Londres” para referirse a “London”, la capital del Reino Unido.




         Tanto en Cataluña como en la Comunidad Valenciana hay muchas “Avingudas Saragossa” y “Carrers Saragossa”. La primera placa es de la correspondiente calle de Barcelona; la segunda imagen corresponde a un documento de los socialistas del Campo de Tarragona y el plano es del municipio de Mont-Roig del Camp, aunque podríamos poner otros ejemplos como Benicarló.



         En Francia también se traduce “Zaragoza” por “Saragosse” y quienes han viajado desde la capital de Aragón hacia Barcelona, han podido ver indicadores de “Zaragoza” coexistiendo con la traducción catalana de “Saragossa” o esta última en solitario.



         Esta guerra idiomática no es una cuestión baladí pues genera numerosas tensiones que encuentran su expresión en las señales de tráfico. La segunda fotografía muestra la vandalización de una señal de la comarca del Matarraña para incluirla en los llamados “Països Catalans”, con estelada y todo. El afán expansionista de nuestros vecinos no tiene límites y ya comentamos una obra que habíamos recibido, sobre temas artísticos, en la que incluían en esos países a varias comarcas aragonesas. No hay que olvidar que tanto para TV3 como para algunos libros de texto, el Aneto es la cumbre más alta de Catalunya.

 

         Algunos podrán pensar que lo de las señales de tráfico es obra de vándalos incontrolados. Hace tiempo que los “incontrolados” no son tales pero la guerra de señales también alcanza a las instituciones oficiales. Este ejemplo lo demuestra. La Generalitat catalana había instalado en la A-231 una señal en la que aparecía la distancia a Vall-de-Roures que es como ellos llaman a Valderrobles. Posteriormente, el Gobierno de Aragón colocó delante otra, que oculta la anterior, con la denominación “correcta” de los municipios aragoneses.





 

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