domingo, 8 de junio de 2025

Cuando San Juan de los Panetes acogió funciones de teatro

 

         La mayor parte de nuestros lectores aragoneses conocen la iglesia de San Juan de los Panetes, con su característica torre inclinada, situada junto a las murallas romanas y el torreón de la Zuda. Además de relatar su desgraciada historia, hoy queremos descubrir un uso que desconocíamos de ese templo, pero que nos ha sido revelado a través de un impreso conservado en el archivo de la familia Ojeda.

 

         En ese lugar se encontraba, desde el siglo XIII, la sede de la Castellanía de Amposta de la Orden de San Juan de Jerusalén. Junto al palacio donde residía el Castellán, fue edificado un templo de estilo románico.

 


         Ese templo estaba dedicado a la Virgen y a San Juan Bautista, Patrón de la Orden, y era conocido como “San Juan de los Panetes”, porque, en sus puertas, los caballeros hacían entrega de panecillos a los pobres que, hasta allí, se acercaban.

         A principios del siglo XVI, la iglesia sufrió un pavoroso incendio que la destruyó por completo, con todas sus obras y jocalias, siendo preciso edificar un nuevo templo. Del primitivo, sólo se conserva el crismón que ahora puede verse sobre el acceso principal a la iglesia, aunque suele pasar desapercibido.

         La reedificación, ya en estilo barroco, finalizó en 1725, dando como resultado el monumento que ha llegado hasta nosotros. La inclinación de la torre, fruto de una deficiente cimentación (al parecer), provocó que, en varias ocasiones se planteara la posibilidad de derribarla, lo que, afortunadamente, no se llevó a cabo.


         En 1802, el rey Carlos IV incorporó las dos lenguas (divisiones) de la Orden es España a la Corona, proclamándose Gran Maestre de la misma en sus dominios y colocando a dos de sus hijos al frente de las mismas. De la Castellanía de Amposta se hizo cargo el infante D. Francisco de Paula, aquel niño retratado por Goya, cuya salida del Palacio Real, provocó el alzamiento de Madrid, en 1808.

Según Madoz, en 1845, el infante era todavía propietario del todo el complejo formado por la iglesia y el palacio adjunto que, más tarde, fueron vendidos a particulares, como todos los bienes de la Orden.

 


         En 1933 la iglesia fue declarada Monumento Nacional, lo que no impidió los desmanes a los que fue sometida poco después. Porque, el 19 de diciembre de 1933, el templo fue incendiado en el transcurso del alzamiento protagonizado por los anarquistas contra el gobierno de la II República, que tuvo especial incidencia en Zaragoza.

         De nuevo, quedó completamente arrasado, con todas sus obras de Arte, ya que los bomberos fueron tiroteados para impedir que controlaran las llamas. Sólo se salvo una imagen de Cristo Crucificado que, según algunas fuentes fue rescatado por unos jóvenes, aunque en esta última imagen, parece que es el que ve a la derecha de la misma, muy deteriorado.

 

         A partir de 1960, se llevaron a cabo obras de restauración, pero el 30 de enero de 1987 la banda terrorista ETA hizo estallar un coche bomba al paso de un autobús militar junto a la iglesia. El vehículo se dirigía a la Academia General Militar y, en el atentado fueron asesinados D. Manuel Rivera Sánchez, comandante ingeniero del Ejército de Tierra, y el conductor D. Ángel Ramos Saavedra, mientras que otras 40 personas resultaron heridas. La explosión afectó también al monumento, obligando a acometer nuevas obras de restauración.

 

         Pero, lo que queremos presentar es este impreso encontrado en el archivo de la familia Ojeda, que nos ha sorprendido, porque es el anuncio de una función de teatro, celebrada en 1844, en “San Juan de los Panetes”, como puede verse en la orla exterior.

         En él se menciona a D. Manuel y D. Teodoro León, como los “socios” que eligieron y distribuyeron la función, aunque ignoramos a qué sociedad pertenecían.

         Lo que fue interpretado es una comedia “traducida del francés” que llevaba por título “Dos muertos y ningún difunto, así como otra, de un solo acto, titulada “El padrino a mojicones”, de Juan Martínez de Villegas. En el entreacto, se tocaron “variaciones de corneta de llaves”, acompañadas por la orquesta que dirigía D. Carlos Borbosa.


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