domingo, 8 de junio de 2025

In memoriam. Sor Aleyda Sanmartín Rubio

         Su sobrino D. Alberto Sanmartín Melero, Director del Colegio de Santa Ana de Borja, nos comunicó ayer el fallecimiento de sor Aleyda Sanmartín Rubio, acaecido el pasado día 4, en el monasterio cisterciense de la estricta observancia (trapenses) de Tulebras.

 

 

         Había nacido en Borja el 29 de septiembre de 1927. Sus padres fueron D. Miguel Sanmartín y Dª. María Rubio, con los que mantuvimos una gran relación, así como con sus hermanos Jesús, María, Justo y José, el único que ha sobrevivido.

         Miguela, que era el nombre con el que fue bautizada, sintió la llamada del Señor a muy temprana edad, ingresando en el monasterio de Tulebras, al cumplir los 20 años y donde efectuó su profesión solemne en 1952. Había trocado su nombre de pila por el de Sor Aleyda, que siempre escribía con “y”.

 

         De extraordinaria bondad, fue una persona muy querida por todos los que la conocieron y trataron, siendo además muy popular entre los visitantes del monasterio, dado que estaba destinada en la portería, donde los recibía con gran amabilidad.

 


         Pudimos comprobarlo en la visita que efectuamos al monasterio, en 2016, donde coincidimos con los padres de Alberto. Nos mostró el museo y, aunque faltaban pocos días para que cumpliera los 89 años, pudimos comprobar su agilidad mental y prodigiosa memoria, pues además de recordar muchas cosas del pasado, manejaba con gran habilidad las cuentas de la pequeña tienda del museo.

 


         Poco después, nos visitó en la Casa de Aguilar, para hacernos entrega, “en nombre de la abadesa” de una importante obra sobre la historia del monasterio.

 

         Tres años antes había estado también en Borja y, en la plaza de Santa María, la fotografiamos con su hermano Jesús y su mujer.

         Su fallecimiento, cuando faltaban menos de tres meses para que cumpliera los 98 años, ha tenido lugar, tras 73 años de entrega al Señor, todos los cuales transcurrieron en Tulebras, salvo un período en el que fue enviada a Esmeraldas (Ecuador) para una fundación.

Estamos seguros de que el Señor al que consagró su vida, la habrá acogido, mientras que, a nosotros, nos queda el consuelo de haberla conocido y de haber podido disfrutar de la bondad de esta religiosa borjana, cuya vida fue un ejemplo para todos. Que interceda por nosotros, para que algún día, quizás no muy lejano, podamos reunirnos con ella.


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