martes, 28 de abril de 2015

Sobres antiguos


            Entre los aficionados a la Filatélica hay un interés añadido por antiguas cartas con sus correspondientes matasellos. No hemos prestado especial atención a este tipo de coleccionismos pero, recientemente, hemos conseguido unas cartas que llamaron nuestra atención por algún detalle concreto. La que reproducimos arriba fue expedida desde Borja el 6 de febrero de 1937. Lleva el sello de "Requeté Auxiliar de Aragón. Borja” y está dirigida al Administrador de Pelayos.

            El Carlismo, desde los inicios de la Guerra Civil, alistó sus Tercios de Requetés que combatieron en los diferentes frentes de batalla. En la retaguardia organizó el llamado “Requeté Auxiliar” que, en nuestra ciudad, contó con un importante número de miembros con la misión de realizar labores de vigilancia, cooperando con la Guardia Civil. Tenían su cuartel en la Glorieta que posteriormente se llamó “Plaza del Requeté” y en la actualidad de los Fueros de Aragón. Pelayos era una revista que comenzó a publicar en San Sebastián la Junta Nacional Carlista de Guerra. Dirigida a los niños, provocó la inmediata aparición de otra revista, Flecha, editada por Falange Española. Tras el Decreto Unificación, ambas revistas infantiles se refundieron en la que llevó por título Flechas y Pelayos que subsistió hasta 1949, bajo la dirección de fray Justo Pérez de Urbel. La carta que estamos comentando, tuvo que pasar, como era preceptivo, por la Censura Militar en Zaragoza. 





            Estos otros dos sobres fueron dirigidos por D. Juan Maiquez, Sargento del Parque de Ingenieros del Cuartel General del Generalísimo a su esposa Dª Mercedes de Azcárraga que residía en San Sebastián.
            Fueron expedidas desde Gallur, donde estaba destinada la Unidad a la que pertenecía el citado sargento y sus sellos nos permiten conocer las distintas denominaciones que le fueron adjudicadas.
            Llamativamente, se conservan las cartas y su lectura reviste especial valor, al tratarse de un militar alejado de su mujer, a la que escribe todos los días, recordando a la pequeña niña que ya tenían y haciendo proyectos de futuro. Son cartas entrañables que no aportan datos referidos a la guerra, algo vedado por la Censura Militar, pero sí la visión del autor sobre su entorno.
            En una de ellas se refiere a Gallur al que encuentra muy cambiado, pues cuando llegó “estaba como el invierno, seco y feo” pero, en mayo cuando escribe, han florecido los rosales de la estación y “está preciosa”. Por otra parte, “todo está verde y frondoso y con muchas flores”, aunque se lamenta de esta descripción “algo cursilona”.
            No estamos ante un autor anónimo desaparecido en el fragor de la guerra, ya que el matrimonio tuvo varios hijos que, probablemente, se desprendieron de estas cartas que ahora han llegado a nuestro poder.

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