En
este hermoso lugar, a los pies de Alcalá de Moncayo, aunque al otro lado del
Huecha y junto a la carretera que conduce a Añón, se encuentra un edificio que, antaño, albergó
a un molino harinero.
Sin
embargo, allí hubo también una ferrería que estaba equipada con un martinete.
Con este nombre era conocido un mazo de gran peso que servía para batir
metales, aunque también los había en los batanes. Eran movidos por la fuerza
del agua que, en este caso, procedía de la acequia de la Retuerta o de las
Cuevas, como allí se le denomina, por proceder la mayor parte de su caudal de
las cuevas de Añón.
Del
antiguo martinete sólo ha quedado una pared de piedra, paralela a la acequia, y
el cárcavo o hueco donde giraba el rodezno o rueda hidráulica que lo movía. Se
trata de un túnel cubierto por una bóveda de piedra y canto rodado, ligeramente
apuntada, muy similar a otras existentes en la zona. Se abre mediante dos vanos
en arco de medio punto, casi enterrados ahora por la maleza.
En
opinión de Guillermo Carranza Alcalde, que lo ha estudiado, pudo construirse
sobre un molino anterior. También ha podido constatar que, en 1850, se
encontraba inutilizado, según se hace constar en el correspondiente catastro.
Era propiedad, en aquellos momentos, del Teniente General D. Joaquín Navarro y
Sagrán, conde de Casa Sarriá, del que pasó a sus herederos los Dusmet de Ambel,
aunque en el catastro se le reseña como “terrateniente de Borja”.
Contiguo al martinete
existía ya un molino harinero de dos plantas, al que llegaba el agua por una
nueva derivación de la acequia de las Cuevas. En las fotografías puede verse la
balsa existente a la entrada, la salida del cárcavo y el punto en el que el agua
retornaba a la acequia.
A finales del siglo XIX
o comienzos del XX fueron importadas piedras francesas que, como las de otros
molinos a los que ya hicimos referencia, fueron suministradas por la empresa
Dupety Orsel & Cía, situada en la localidad de La Ferté sous Jouarre,
situada junto al río Marne al norte de Francia. Hasta los años de la Guerra
Civil española, el molino estuvo dedicado a moler harina para consumo humano,
pero a partir de los años cuarenta fue autorizado, exclusivamente, a moler
productos agrícolas para alimentar el ganado. Hacia 1960 las piedras fueron
reemplazadas por maquinaria de mazos impulsada por una turbina también
accionada con agua. Finalmente, el molino dejó de trabajar en torno a 1980.
Durante cuatro generaciones estuvo vinculado a la familia Ortín que sigue
manteniendo el edificio.
Allí
se conservan estos curiosos mazos y estas piezas metálicas que se utilizaban
para el mantenimiento de las piedras de moler, cuando perdían sus aristas.
El
lugar sigue siendo conocido como “El molino del martinete” y sus propietarios
lo recuerdan con este cartel colocado en el edificio.
Las
fotografías y los datos aquí reunidos proceden del trabajo que Guillermo
Carranza está elaborando sobre las obras hidráulicas de todo el valle.
Mis abuelos Eusebio y Paula estuvieron trabajando ahi
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