Hoy
se celebra la fiesta de San Blas, uno de los santos que ha gozado de mayor
veneración a pesar de que muchos aspectos de su biografía se entremezclan con
leyendas creadas en torno a su figura. Según la tradición, fue un médico del
siglo III que ejercía su profesión en Sebaste, una localidad armenia que
actualmente pertenece a Turquía. En un momento determinado decidió retirarse al
monte, viviendo como eremita y llegando a ser elegido obispo. Hasta aquel
recóndito lugar llegaban los fieles atraídos por su virtud en tan elevado
número que llamaron la atención de los soldados del gobernador romano de la
Capadocia que estaban cazando fieras para los juegos del circo. Eso ocurrió
cuando se había decretado la última persecución contra los cristianos, en
tiempos del emperador Licinio (308-324). Debemos recordar que esos hechos
acaecieron después del edicto de Milán que, teóricamente, representó la
libertad para la Iglesia. Pero ello afectó fundamentalmente a Occidente, donde
gobernaba Constantino el grande, mientras que Licinio lo hacía en Oriente. La
persecución hay que situarla en el marco del enfrentamiento entre ambos
emperadores.
Es,
en torno al año 316, cuando se produjo la detención de San Blas que fue llevado
ante el gobernador de Capadocia, Agrícola, y encarcelado. Durante su estancia en prisión, llevó a cabo
numerosos prodigios, entre ellos retirar la espina que se había clavado en la
garganta un niño (por ello es considerado protector contra las afecciones de la
garganta). Tras ser condenado a muerte, primero fue arrojado a un río,
comprobando sus verdugos que caminaba sobre las aguas, mientras se ahogaban
todos lo que intentaron atraparlo. Un ángel le ordenó volver a tierra, donde fue
atado a un poste y torturado con rastrillos de cardar lana (por lo que era
tenido como patrón por los cardadores). Finalmente, murió decapitado.
Su
fiesta hay que situarla en el marco de ese conjunto de celebraciones religiosas
de comienzo de año que tanto arraigo popular tuvo en el pasado y siguen
teniendo en algunos lugares. A continuación, haremos referencia a las de
algunos municipios de los que tenemos constancia.
Concretamente, en Agón, se llevan a la iglesia los
rosconcicos de San Blas para bendecirlos. Antiguamente, se bendecían
canastillos con pan dulce y no dulce, cebada en grano, avena y cebada en rama
que luego se distribuían entre las personas y los animales.
En
Borja, San Blas dispuso de capilla propia en la antigua parroquia de San
Bartolomé, cuyo lienzo titular se conserva y en el que el Santo está
representado en el momento de su martirio. Durante la Misa era costumbre
bendecir caramelos que se conservaban, como remedio para las afecciones de la
garganta.
Todavía
se sigue celebrando en esa iglesia, donde se bendicen caramelos y rosquillas y
pastas, como antiguamente. En los años, en los que se celebraba en domingo, la
Eucaristía contaba con la asistencia de los muchos niños que ese día participan
en la misma. También se venera el relicario conservado en dicho templo.
No
es la única reliquia existente en Borja de San Blas, ya que en el Museo de
Santa Clara se expone otra, con su correspondiente escaparate o vitrina, donada
por D. Carlos Sánchez del Río Sierra al Centro de Estudios Borjanos. Está
autentificada, en 1785, por D. Francisco Antonio Marcucci, obispo de Montalto y
Patriarca titular de Constantinopla, fundador de la congregación de Hermanas
Operarias de la Inmaculada Concepción.
En
la iglesia parroquial de Fuendejalón
aparece San Blas en la calle lateral izquierda del retablo dedicado a San
Miguel. El lienzo con la representación del santo, en busto, se encuentra sobre
el de la María Magdalena y presenta algunas peculiaridades como el color de sus
vestiduras litúrgicas el atributo que porta en su mano izquierda que parece ser
una vela. Según la tradición la curación operada en el niño que se había
tragado la espina se llevó a cabo acercando dos cirios encendidos a su
garganta.
Otra
representación iconográfica de San Blas se encuentra en el ático del retablo de
Nuestra Señora del Carmen existente en la iglesia parroquial de Magallón. En este caso, también viste
la ropa propia de su condición de obispo: Alba blanca, ceñida por cíngulo, con
estola, capa pluvial y mitra, de color rojo, en alusión a su condición de
mártir. En la mano izquierda sostiene el báculo, mientras que alza la derecha
en actitud de bendecir. El ángel de la
derecha sostiene sobre su cabeza una cartela con la leyenda : “Sante Blase O. P.
N.”. Parece razonable suponer que, en lugar de “Sante”, debería poner “Sancte”,
vocativo de “Sanctus” y la traducción sería: “San Blas, ruega por nosotros”,
desarrollando las abreviaturas “O. P. N.” por “Ora pro nobis”. No podemos
identificar lo que lleva en la mano el ángel de la izquierda que, en principio,
debería ser su atributo personal. Tanto en el caso de esta localidad como en
Fuendejalón ignoramos si la fiesta se celebra con especial relevancia.
Distinto
es el caso de Mallén, donde cuenta
con cofradía propia y un retablo que lo tiene como titular en el que el santo viste
ropas pontificales con la mitra y el báculo de su condición de obispo. En el
ángulo inferior derecho aparece un ángel que lleva sobre su cabeza una cesta
con los dulces típicos de su fiesta: Las rosquillas.
La
cofradía cuenta en la actualidad con casi 200 cofrades y la fiesta se inicia en
la tarde del día 2, con el traslado de la imagen de “San Blasico”, desde la
casa del prior o priora, donde se guarda durante todo el año a la iglesia
parroquial.
A las siete de la tarde
del mismo día se celebró la misa de vísperas y, posteriormente, tuvo lugar la
segunda edición del PINCHO SOLIDARIO, con el patrocinio de Embutidos Bernal y la
colaboración del Ayuntamiento.
Hoy,
a las cinco de la mañana, la Aurora ha recorrido las calles de Mallén. Aunque
no tenemos la letra, puede escucharse en este enlace.
Después
tendrá lugar la procesión, seguida de la Eucaristía en la iglesia parroquial y,
ya por la tarde, se procederá al traslado de “San Blasico” a la casa del nuevo
prior o priora. En Mallén, también la Misa por los difuntos de la cofradía se celebra al día siguiente, como debe ser.
Entre
las antiguas fotografías de esta procesión, nos ha llamado la atención ésta en
la que, delante de la peana del Santo, aparece un niño vestido de obispo.
Ignoramos si se trata de un hecho circunstancial o arraigado, lo que nos
enlazaría con la tradición de los niños “obispillos”, propias de otros lugares
y sumamente interesante.
Terminamos
citando los casos de Pozuelo de Aragón y Talamantes, donde también en la
víspera se encendían hogueras que se saltaban al grito de ¡San Blas que me cure el pasapán!
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