jueves, 25 de febrero de 2016

El sorprendente caso del sacristán de Notre Dame de París


            La catedral de Notre Dame de París es destino obligado para todos los que visitan la capital francesa. Penetrar en el interior de sus naves constituye siempre una grata sorpresa por la belleza de su arquitectura y por la solemnidad con la que se llevan a cabo las diferentes ceremonias religiosas, así como otros actos culturales a los que hemos tenido ocasión de asistir. Siempre nos ha llamado la atención la perfecta organización de los mismos y el exquisito cuidado que ponen en atender a los fieles, sea cual sea su procedencia, facilitando incluso los textos en el idioma correspondiente. Detrás de ello hay una serie de empleados y voluntarios que desempeñan una importante labor.





            Lo que ignorábamos es que el Sacristán General de la catedral, Stephane Urbaín, era oriundo de Huesca, donde había nacido su abuelo, exiliado a Francia al término de la guerra civil. En Tarbes vino al mundo Stephane que se licenció en Ciencias Químicas en la Universidad de Toulouse. Buscando trabajo llegó a París, donde su inclinación por los temas religiosos le llevó a asistir, con asiduidad a los actos de Notre Dame. Allí entra en contacto con sacerdotes y canónigos del templo. El hecho de que Stephane hablara correctamente cinco idiomas (francés, español, italiano, alemán e inglés), así como su experiencia anterior como acólito en la catedral de Tarbes, facilitaron el que, cuando quedó vacante la plaza de Sacristán General de Notre Dame, fuera elegido entre otros candidatos.
            En las fotografías superiores lo vemos vistiendo el uniforme propio de los empleados de la catedral, jersey azul con una franja en la que se lee “Notre Dame de París”, la placa identificativa al cuello, y un amplio capote todo ello de color azul.



            Lo que hemos relatado entraría dentro de lo normal, al margen de su origen aragonés. Pero en el caso de Stephane hay algo más. Nuestro compañero D. José Ángel Fernández Salas nos ha remitido una crónica en la que el autor de la misma expresaba su sorpresa al percatarse de que, con ocasión de asistir a una misa en Notre Dame, había “un joven Guardia Civil” organizando en torno al altar todo lo necesario para la celebración.
            Se trataba de nuestro protagonista el cual le manifestó que junto con el amor a su trabajo, se encontraba la devoción a la Virgen del Pilar y el cariño a la Guardia Civil, a la que conoció en Bielsa, iniciando una cordial relación con los agentes allí destinados.
            Le contó que, cada 12 de octubre, coloca a nuestra Virgen en un altar lateral de la catedral, con una bandera española y rodeada de flores. Por otra parte, al pie de la imagen de Notre Dame que todos hemos visto junto al presbiterio puso un rótulo en el que puede leerse “Nuestra Señora de París, también llamada Virgen del Pilar”.
            En la fotografía superior, tomada del relato que nos han remitido, aparece con la patrona de Aragón bajo el brazo y con el uniforme de la Guardia Civil que llega a vestir durante su trabajo en la catedral.
            Este es el sorprendente relato que nos han enviado. No hemos podido contrastar los datos, pero el próximo 19 de marzo, con ocasión de nuestro previsto viaje a París, esperamos poder hacerlo. Mientras tanto, queremos compartirlo con nuestros lectores, alguno de los cuales podrá, sin duda, aportarnos alguna otra noticia.

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