domingo, 14 de febrero de 2016

Una importante obra relacionada con Borja

          
             En 2011, el Centro de Estudios Borjanos publicó una edición facsimilar de la relación de actos organizados en nuestra ciudad, con motivo de la proclamación de Luis I, en 1724.
            Ahora, podemos dar noticia del hallazgo de otra importante obra, de la que teníamos noticia pero que nunca habíamos podido ver. Se trata de la Oración Fúnebre pronunciada en la colegiata de Santa María en la exequias celebradas por el alma del rey Carlos III, en 1789.
            El autor de la oración fúnebre fue el agustino recoleto Fray Justo de la Concepción, que era hijo del Secretario del Ayuntamiento borjano D. Julián Vélez y Gómez. Este religioso había sido Lector de Artes en el convento de esta ciudad y, en junio de 1788, celebró un acto de conclusiones públicas, del que se editó su texto, financiado por el ayuntamiento, a petición de su padre. El 24 de ese mismo mes había recibido el encargo de predicar la cuaresma del año siguiente, siendo por lo tanto un hombre de reconocido prestigio como orador.
            No es de extrañar, por lo tanto,  que cuando en enero de 1789 se recibió la orden del nuevo monarca “para que se ejecuten las honras y funerales acostumbrados” el Ayuntamiento le encomendara la predicación en ese importante acto para cuya organización se revisaron los antecedentes obrantes en el archivo, que no eran muchos.

            Tras diversas dilaciones, el funeral pudo celebrarse en febrero, con asistencia de todas las cofradías que se dieron cita en la Casa Consistorial, para acompañar a la corporación municipal hasta la colegiata.
            Curiosamente, el 12 de febrero, el Ayuntamiento se reunió con urgencia con motivo de haber sido distribuidas en diversos lugares, entre ellos el convento de la Concepción, una composición poética, en décimas, en la que se vertían graves ofensas contra el predicador, contra los miembros del Ayuntamiento, contra el Rey e incluso contra el Reino de España.
            Aunque no se  pudo hallar al autor de los versos, se decidió publicar el texto del sermón, “para paliar los efectos que pudiesen tener entre el público”. Así se hizo, encargando la edición a la imprenta de Aznar, en Madrid, corriendo con los gastos el propio Ayuntamiento que, en sesión celebrada el 18 de diciembre de 1789, decidió entregar 12 ejemplares a cada miembro de la corporación, incluidos el Secretario, al Mayordomo y al predicador. El resto fue archivado para su distribución entre las personas que se considerara oportuno.

            Uno de estos ejemplares es el que, ahora, hemos localizado. Consta de 36 páginas en cuarto y el texto constituye un canto a las excelencias del rey fallecido, así como a los sufrimientos padecidos tras la muerte de su hermano Fernando VI, que le había precedido en el trono. Termina pidiendo al Señor, “Rey de Reyes, que lleva las riendas de los imperios, que guíe al nuevo Príncipe (Carlos IV) por los caminos de la Verdad y la Justicia, mientras recibe las oraciones que se elevan por su padre, para que “si alguna cosa le falta que purgar, os dignéis, Señor, llevarlo a gozar de los resplandores de vuestra eterna gloria”.

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