sábado, 27 de septiembre de 2014

Las bibliotecas de dos alfaquíes borjanos

            La noticia que publicamos recientemente sobre el hallazgo de un manuscrito aljamiado en Borja, en el siglo XIX, ha despertado mucho interés entre nuestros lectores. Ya entonces, comentamos que volveríamos sobre este tema y lo hacemos hoy con otro hallazgo, mucho más reciente, aunque en este caso no se trata de algo material, sino de la referencia a los libros que tenían en su poder dos musulmanes borjanos en el momento de su conversión.

            Fueron la Profª Dª Ana Labarta López, Catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Valencia, y D. José Carlos Escribano Sánchez quienes, en 2000, publicaron en Anaquel de Estudios Árabes un artículo titulado “Las bibliotecas de dos alfaquíes borjanos”, el hallazgo de un documento localizado en el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Borja, donde se detallaban los libros que fueron entregados a las autoridades por los alfaquíes (o expertos en la Ley coránica) Ali Alguaquiel y Amet Abranda.



Después de la conquista del reino de Granada y tras un breve período de tolerancia inicial, los Reyes Católicos obligaron a los musulmanes granadinos a convertirse al Cristianismo en 1501 y, un año después, a todos los que residían en la Corona de Castilla. En 1515, esta decisión se extendió a Navarra y, finalmente, una cédula de Carlos V forzó el bautismo de todos los aragoneses, a finales de 1525.



Recreación del bautismo de los moriscos en Grisel (2010)

            La conversión les obligaba a abandonar sus costumbres y, de manera especial, a entregar todos los textos relacionados con su antigua religión. Así lo hicieron en Borja, esos dos importantes personajes de la comunidad musulmana, quedando registrada la entrega efectuada el 25 de enero de 1526 en el protocolo del notario Lope de Aoíz.
            A través de este documento, dado a conocer en el artículo citado, sabemos que el acto se llevó a cabo en las casas de Ali Alguaquiel, sitas en el “barruelo de la morería”, en presencia del Justicia de Borja Antón de Alberite y de los Jurados Andrés de Mendoza, Lorenzo Tolosa y Juan de Erla, dando cumplimiento a lo dispuesto por el Rvdo. Micer Bernat Jordán, doctor en Teología y Comisario Apostólico de los “inquisidores en el río y circunvecindad de la dicha ciudad”.
            En total, fueron 56 los libros entregados, referenciados de manera imprecisa en el acta de recepción, a pesar de lo cual constituye un documento singular por reflejar el contenido de una biblioteca particular en aquellos momentos, sobre lo que no se han conservado otros testimonios. Lamentablemente, no existen noticias del destino de aquellos libros.


Almonacid de la Sierra

            Distinto es el caso de los encontrados, en 1884, en Almonacid de la Sierra, al reparar una casa, y de ellos dio noticia el Académico de la Historia D. Francisco Codera en un artículo publicado en el Boletín de la Real Academia de la Historia ese mismo año, en el que se relataban las circunstancias de su hallazgo: 
            “Dichos manuscritos estaban escondidos en el espacio que mediaba entre un piso ordinario y un falso piso de madera, hábilmente sobrepuesto, de modo que los libros, muy bien acondicionados en el espacio intermedio, han estado ocultos cerca de tres siglos, sin que nadie se haya apercibido de su existencia. Por desgracia, al parecer los manuscritos fueron creídos de ningún valor por los albañiles y peones, de modo que arrojados entre los escombros o dejados a disposición del primero que llegaba, los muchachos se entretuvieron en romper las hojas y en hacer hogueras con ellas, destrozando más de 80 volúmenes y quemando quizá por completo no pocos.
No fue poca suerte que al día siguiente o a los dos días del hallazgo, pasara por dicho pueblo el reverendo P. Fierro, de las Escuelas Pías de Zaragoza, quien compró en el acto uno o dos volúmenes que le presentaron, y esto fue causa de que ya se tuviera cuidado en no destrozar lo que iba apareciendo, o que se recogiese lo que se habían llevado los chiquillos. Avisado del hallazgo nuestro correspondiente D. Pablo Gil, se dirigió en el acto al punto del descubrimiento, y pudo adquirir una buena parte de lo que no había sido quemado, consiguiendo reunir un considerable número de manuscritos”.
D. Pablo Gil y Gil había ido reuniendo una importante colección de manuscritos árabes y aljamiados que fueron adquiridos por la Junta de Ampliación de Estudios y, en la actualidad, se conservan en la Biblioteca “Tomás Navarro Tomás” del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Los que, en su momento, se recuperaron de Almonacid de la Sierra fueron unos 140, aunque muchos de ellos ya incompletos. Los distintos autores que han estudiado este hallazgo han considerado que este importante conjunto de obras constituía el almacén de un librero, pues con ellos se encontraron, además, las herramientas para su encuadernación.
De ahí que, sin restar importancia al caso de Almonacid algunos de cuyos libros se han conservado,  el hallazgo de Borja, antes comentado, adquiera especial relevancia pues aquí los libros reseñados eran los utilizados por los alfaquíes borjanos, su biblioteca particular.

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