El
2 de julio de este año se cumplió el 60º aniversario de la primera de las
supuestas apariciones de la Virgen en la localidad cántabra de San Sebastián de
Garabandal. De manera casual y coincidiendo con esa efeméride, hemos recibido una
de las obras que el escritor zaragozano D. Francisco Sánchez-Ventura y Pascual
escribió sobre el fenómeno de Garabandal, tema en el que estuvo especialmente
interesado toda su vida.
Por este motivo hemos actualizado nuestros recuerdos sobre aquellas apariciones, protagonizadas por cuatro niñas, dos de las cuales fueron enviadas a Borja para apartarlas del impresionante fenómeno mediático que se había originado en torno a sus visiones. Comoquiera que muy pocas personas de nuestra ciudad conocen esa curiosa relación de Borja con Garabandal, hemos querido documentarla a partir de los recuerdos de algunas de las personas que aquí convivieron con ellas.
Estas
son las protagonistas de las apariciones. De izquierda a derecha Mari Cruz
González, Jacinta González, Conchita González y Mari Loli Mazón. A pesar de la
coincidencia de apellidos entre las tres primeras no existía relación familiar
entre ellas, aunque todas residían en
San Sebastián de Garabandal, un pequeño núcleo urbano que actualmente cuenta
con poco más de 100 habitantes. Siempre nos llamó la atención esta imagen de
las niñas, dado que en varias de ellas, especialmente en Mari Cruz se observan
alteraciones que podrían ser compatibles con un problema tiroideo dolencia que,
por otra parte, era endémica en determinadas zonas del norte de España.
Fue
el 2 de julio de 1961 cuando las niñas manifestaron que se les había aparecido
la Virgen del Carmen, tras haber recibido un anuncio previo del arcángel San
Gabriel. Desde entonces y hasta el 13 de noviembre de 1965 se sucedieron más de
2.000 apariciones marianas que despertaron una enorme expectación en toda
España. Cientos de personas se congregaban en el lugar para presenciar lo que
allí acaecía, contando con la presencia de muchos sacerdotes.
La
Iglesia se mostró muy crítica con lo que estaba sucediendo y, aunque ninguno de
los supuestos mensajes de la Virgen, eran contrarios al dogma o la doctrina, el
administrador apostólico de la diócesis de Santander (sede vacante en aquellos
primeros momentos) y los posteriores obispos residenciales pusieron todo tipo
de trabas, llegando a prohibir la asistencia de sacerdotes. No fue hasta 1987
cuando fueron suspendidas las prohibiciones y fue el cardenal Ratzinger, cuando
era Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, quien en
1992 decretó que para la Iglesia no consta que lo que allí sucedió tuviera una
causa sobrenatural. En realidad, ese “no consta” deja abierta la cuestión a
nuevos estudios ya que viene a señalar que no existen pruebas, en uno u otro
sentido, sobre el verdadero carácter de los hechos.
Pero
aquí no queremos pronunciarnos sobre la autenticidad de esas apariciones sino
relatar esa relación con Borja a la que antes hemos hecho referencia. Aunque no
muy difundido, formaba parte de la leyenda urbana que dos de las niñas videntes
habían sido internadas en el colegio de Santa Ana donde convivieron con otras
alumnas que sólo llegaron a descubrir su verdadera identidad al ver su imagen
en la prensa de la época.
Aunque nunca dudamos de esa información, ha sido ahora cuando hemos podido constatar que fueron Mari Loli y Jacinta quienes el 30 de septiembre de 1965 fueron enviadas al colegio de Borja, con la excusa de que cursaran estudios, aunque el propósito real era el de apartarlas del foco de las apariciones que, de hecho, finalizaron poco después.
No
hemos podido conocer a quién se le ocurrió la idea de traerlas a Borja pero, no
cabe duda de que fue un acierto, pues los medios de comunicación no llegaron a
tener noticia de ello.
Mari
Loli es la única de las videntes que ha fallecido. Murió el 20 de abril de
2009, a consecuencia de un lupus eritematoso. Vivía en los Estados Unidos donde
había contraído matrimonio.
También
viven en los Estados Unidos Jacinta, que se casó con un miembro de la US Navy y
tiene una hija, así como Conchita, también casada y con cuatro hijos (tres
mujeres y un hombre que ya le han dado nietos). La única que reside en España
es Mari Cruz que, hace algún tiempo, manifestó que las apariciones fueron una
superchería, aunque más tarde se retractó.
Hasta
Garabandal siguen acudiendo actualmente personas para rezar en el lugar donde
supuestamente se apareció la Virgen. Se ha levantado una modesta capilla y,
junto a ello, un monumento en forma de campana. En el itinerario hay pequeños
hitos dedicados a los mensajes de la Virgen o al lugar donde, por vez primera,
tuvieron la visión de San Miguel.
El
tiempo dirá si el recuerdo de las apariciones se va diluyendo o si, finalmente,
son reconocidas por la Iglesia. Mientras tanto, hemos querido dar a conocer la
presencia en Borja de dos de las protagonistas de aquellos hechos que tanto
interés despertaron en su momento.
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