A
las dos en punto de la tarde, partió de la colegiata de Santa María la comitiva
del pregón, para recorrer las calles borjanas invitando a concurrir al Entierro
de Cristo que debía tener lugar unas horas más tarde.
Abría
el desfile un heraldo con maza negra, seguido por la bandera negra del Entierro
de Cristo que porta la cofradía de San Bartolomé, la cual ha incorporado este
año un emblema que lucen sus miembros en el peto del capirote y en el brazo
izquierdo del hábito.
Seguía a continuación la Agrupación
de Cornetas, Tambores y Bombos de la cofradía de San Juan Evangelistas, así
como una representación de las distintas cofradías que procesionan estos días.
Finalmente,
desfilaban los miembros de la cofradía de las Almas que, como hemos señalado en
otras ocasiones, es la encargada de coordinar la celebración del Entierro de
Cristo. En su bandera figura una representación de las Almas del Purgatorio
alzando los brazos hacia el cielo, como señal de esperanza de su futuro acceso
al mismo, tras purgar la pena impuesta como remisión de sus culpas,
simbolizadas en la balanza que también aparece en e esa pintura de corte
popular.
Pero
el elemento fundamental del pregón lo constituye la figura del cantor que
interpreta la convocatoria a los fieles para que acudan al Entierro de Cristo.
Va acompañado por un corneta y un tambor. Este último, da un redoble de
atención; seguidamente el corneta toca silencio y tras un nuevo redoble, se
canta el pregón, cuyo texto es el siguiente:
Devotos fieles cristianos,
amigos de Jesús Nazareno,
Hijo de María Santísima,
que acaba de morir
por la Redención del mundo.
Acudiréis a las siete y media de la
tarde
a solemnizar su entierro,
a llorar al pie de la Cruz nuestros
pecados.
Pater nostri. Ave María.
El
primer canto tuvo lugar en el pórtico de la colegiata y, posteriormente, se
interpretó en las diferentes plazas de la ciudad, antes de regresar de nuevo al
templo, a través de la puerta del claustro, donde se realizó la última
invitación.
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