lunes, 20 de noviembre de 2023

El Día del Recuerdo en Francia

 

         El 11 de noviembre de 1918, en Le Francport, cerca de Compiègne, se firmó el armisticio que puso fin a los combates que, a lo largo de cuatro años, habían enfrentado a los aliados con el Imperio Alemán, aunque el tratado definitivo de paz no fue firmado hasta el 28 de junio de 1919, en Versalles.

         Cada año, el 11 de noviembre se celebra en los países de la Commonwealth el “Remembrance Day” (Día del Recuerdo), cuyos ciudadanos lucen amapolas en sus trajes, en alusión al poema “In Flanders Fields” que escribió el teniente coronel médico John McCrae, del Cuerpo Expedicionario Canadiense.

En Francia, es el Día Nacional de la Conmemoración de la Victoria y la Paz, en el que, además de recordar la firma del Armisticio, se rinde homenaje a todos los soldados muertos por Francia en las diferentes guerras.

Comoquiera que hemos estado en Francia pocos días después de esa celebración, aún estaban frescas las flores depositadas en los numerosos monumentos que se alzan en las ciudades, a donde los niños son llevados para que conozcan el sacrificio de los que hicieron posible el mundo en el que han crecido.


         En Narbona, el monumento está rematado por el gallo que es el símbolo de la nación, cuyo origen recuerda a los antiguos galos y hemos visto muchas veces en la camiseta de los jugadores de la selección nacional de fútbol, entre otros lugares.

 




         Pero, en todas las iglesias francesas hay también monumentos que recuerdan a los caídos de cada localidad. Estas imágenes corresponden al de la catedral de San Justo y San Pastor de Narbona, junto al que pudimos ver un canto a la bandera nacional, que procede de la obra Le Drapeu de Jules Claretie.

 

         El recuerdo a “les enfants morts pour la France” lo encontramos en todos los templos que recorrimos, como la iglesia de San Martín de Limoux, con las flores aún frescas y las banderas de Francia, junto a la de la Unión Europea (mal colocada).

 


         En otros casos, el monumento estaba en el exterior, como en la iglesia parroquial de Alet-les-Bains. Basten estos ejemplos para constatar la diferencia entre un país que honra a sus soldados con otro, cuya evolución causa pavor en Europa, ante la incertidumbre que genera un proceso del que no se sabe cuál será el final.



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