El madroño (Arbutus unedo) es una especie de arbusto, que puede llegar a convertirse en árbol, autóctona de España. En Borja fueron plantados tres madroños, junto a Santa María. Han sobrevivido dos, pues uno de ellos, aquejado de alguna enfermedad, fue talado. Posiblemente, se hubiera recuperado, como ocurrió con los otros, dado que es una especie muy resistente que, en caso de incendio, vuelve a brotar inmediatamente.
El madroño (con sus característicos
frutos rojos) aparece, junto con un oso en el escudo heráldico de la villa de Madrid.
Hay varias teorías para justificar la inclusión de estas piezas, pero la más
divertida era la que puso en circulación Antonio Mingote. Decía aquel gran
humorista aragonés que lo que hace el oso es abrazar al madroño para que no lo
corte algún concejal. En Borja no había oso que pudiera salvar al madroño.
A final del otoño pueden verse las flores
colgantes y en ramilletes, de color blanco, coexistiendo con los frutos que,
del amarillo, van adquiriendo la característica tonalidad roja. Se da la
circunstancia que, de esas flores, saldrán los frutos que tardan todo un año en
crecer.
Estos días, cuando ya las flores han
comenzado a marchitarse, aún pueden verse los rojos frutos que los pájaros consumen,
resaltando entre las hojas verdes, pues estamos ante un arbusto de hoja
perenne, por lo que era considerado un símbolo de inmortalidad.
Como muchos saben, esos frutos (bayas),
contienen una cierta cantidad de alcohol y, en algunas regiones son utilizados
para elaborar mermeladas o licores, siendo también de uso medicinal.
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