miércoles, 24 de enero de 2024

La tragedia de la universidad de la Magdalena

 

         Ayer, uno de nuestros lectores nos preguntó por el significado de la inscripción que corría por la parte superior de la escalera monumental de la antigua Universidad Literaria de Zaragoza, la que estaba situada en la plaza de la Magdalena.

         En torno al emblema de la Universidad, situada en el centro, puede leerse (alterado el orden de las palabras) el lema que usó: "Speciosior sole sapientia quaere eam tibi sponsam assumere", que significa "La sabiduría es más resplandeciente que el sol; busca tomarla como esposa".



         Pero la consulta nos ha traído el recuerdo del triste final de aquel venerable edificio que, con sucesivas reformas (la última de Ricardo Magdalena), había llegado hasta nuestros días, como sede de la universidad.

 

         Su declive comenzó cuando los estudios de Ciencias y Medicina fueron trasladados al edificio que hoy acoge al Paraninfo, en la plaza de Paraíso, obra también de Ricardo Magdalena.

 

         Este era el antiguo, en la sede la Magdalena, donde quedaron los estudios “de Letras”, hasta la inauguración de la Ciudad Universitaria en la plaza de San Francisco. Pasó entonces a albergar al Instituto Goya de Enseñanza Media y allí nos examinamos algunos de nosotros de los primeros cursos de Bachillerato.

 



         Aquel histórico edificio, por cuyas escaleras habíamos ascendidos temblorosos los días en los que, desde Borja, íbamos a examinarnos, terminó siendo derribado, para construir lo que ahora es IES “Pedro Luna”. Y aún hubo quien justificó esa lamentable pérdida, cantando las excelencias de la nueva arquitectura.

 

         Pero lo que fue una auténtica vergüenza fue la pérdida de su biblioteca, instalada en la antigua capilla de Cerbuna que, tras el derribo de la universidad se mantuvo en pie mucho tiempo, ante la indiferencia general. No es que fuera una institución modélica, pues basta ver los libros apilados y en mal estado sobre sus anaqueles, pero allí estaba la mayor parte del patrimonio bibliográfico de la universidad.

 


         Al final, la capilla terminó derrumbándose en 1973 (acaban de cumplirse 50 años), ante la indiferencia de todos. Era un edificio protegido, algo que para poco sirve al menos en nuestra tierra. Pero, además, las obras que había en su interior fueron saqueadas a manos del primero que pasaba. Se refería que, incluso, cuando se organizó el traslado de lo que quedaba al nuevo campus, los libros no llegaron a su destino. No sabemos hasta que punto aquello fue cierto, dado que la actual Biblioteca Universitaria custodia obras muy importantes, pero muy probablemente no todas las que hubo en la antigua, porque hemos encontrado pruebas fehacientes de que algunas de ellas terminaron en poder de particulares, alguno de ellos vinculado a la propia universidad.

         Lo que, en su momento, constituyó uno de los más tristes acontecimientos relacionados con el Patrimonio Cultural aragonés, podía haber servido de escarmiento para evitar hechos similares, pero sigue habiendo quienes, en el transcurso del tiempo, decidieron divorciarse de la sabiduría.



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