Sin
lugar a dudas, el pilar de San Miguel es el más importante existente en nuestra
zona, tanto por sus características arquitectónicas, como por el hecho de estar
construido en piedra bien tallada.
Situado
al final de la cuesta que, desde el camino viejo, daba acceso al Santuario,
cuando aún no existía la actual carretera, su estado de conservación era ya
deficiente a finales del siglo XIX, época en la que fue realizada esta bonita
fotografía de la colección Ojeda, en la que puede verse a un grupo de personas
posando junto a pilar y las gradas empedradas que remataban la cuesta. Uno de
los personajes está sentado en la
hornacina rectangular del cuerpo inferior, entonces abierta. Por otra parte,
alrededor del mismo no se observa ninguna construcción y no hay ningún árbol en
el monte del fondo.
Según
D. Ramón Manuel Garriga Nogués, en su obra sobre el Santuario, al pie del pilar
hubo una fuente que, en 1902, ya había desaparecido. Al parecer, la fuente
surgía de la base del propio pilar y aún se advierte un orificio ocluido que
pudo ser el punto por el que manaba el agua.
A
comienzos del siglo XX ya se observan cambios significativos. Por un lado,
comienzan a aparecer las primeras edificaciones, aunque no se ha repoblado el
pinar. Por otro, en el pilar se ha tapiado la hornacina inferior, con ladrillos
enlucidos. En la imagen superior, puede llamar a error el recuadro más oscuro
que se advierte en la parte inferior. Ampliando la foto se puede comprobar que
corresponde a un letrero toscamente escrito en el que se lee “de los Ángeles…
Borja”. Lo que sí se ve muy bien es el orificio de la antigua fuente, al que
antes hicimos referencia, así como los escalones empedrados de la cuesta.
Hay
otras fotografías del estado del pilar en aquellos momentos, con su remate
semiesférico, que ha perdido parte del revoco, y la cruz metálica que lo
coronaba.
En
fechas que desconocemos se volvió a abrir la hornacina inferior y se le adosó
un muro, a todas luces inconveniente. El estado actual no es bueno y el
deterioro avanza, como se pone de manifiesto en la parte superior, en la que la
piedra aparece descarnada y sin la cruz. No obstante, a la vista de las
imágenes antiguas los daños que se aprecian no son de ahora. Sin embargo, dada la importancia de esta obra
sería conveniente consolidarla, restaurarla en lo posible y adecentar su
entorno que no es privado, sino público. Merece la pena.
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