Durante
los trabajos de inventario de un palacio borjano, apareció la plancha de un
grabado del que el pintor y grabador borjano Jorge Andía realizó una reducidísima
reimpresión.
En
él estaban representadas las armas de los Ahones, con las dos campanas y la
leyenda “Campanas de Ahones ia non cvmbavre mes”. En realidad la expresión
correcta sería “Campanas de Ahones ia (ya) non çumbairem mes” (Campanas de
Ahones ya no sonarán más).
Estas armas aparecen
también en el cuartel superior del escudo municipal de Sobradiel, ya que los
Cavero de Ahones fueron condes de Sobradiel y las traían en un escusón, como
principales de la casa. En el dibujo que hemos tomado de Wikipedia en la voz
correspondiente, sobra una M, como ya se hacía notar en uno de sus foros de
discusión.
Aunque
el grabado original, localizado en el palacio borjano estaba firmado, no ha
sido hasta ahora, cuando gracias a la excelente obra de Luis Roy Sinusía, El arte del grabado en Zaragoza durante el
siglo XVII, editada por la Institución “Fernando el Católico”, hemos podido
conocer datos sobre la biografía del mismo.
Se
trata de José Vallés, platero y calcógrafo zaragozano, activo entre 1628 y
1655, considerado uno de los más importantes maestros de su época. Entre las
numerosas obras documentadas destacan los escudos heráldicos que grabó, con
carácter individual o formando parte de las portadas de determinadas obras. En
la obra referida se hace alusión a los escudos de Aragón; de Zaragoza; de
Huesca; de Teruel; del Cabildo Metropolitano; del abad del monasterio de San
Juan de la Peña, fray Juan Briz Martínez; del arzobispo de Valencia, fray
Isidoro de Aliaga; de Alonso Girón; de Gaspar Girón; de Pedro Fajardo Zúñiga;
de la Orden de San Juan de Jerusalén; de Juan Paulo Lascaris de Castelar; del
Hospital de Ntra. Sra. de Gracia; de Lupercio de Arbizu: de Mateo Virto de
Veras; del arzobispo de Zaragoza D. Juan Cebrián; de Andrea Cantelmo; de
Bernardino Fernández de Velasco; de Antonio Ximénez de Urrea; del obispo de
León D. Bartolomé Santos de Risoba; y de Pedro de Navarra y de la Cueva. A
todas ellas habrá que sumar la encontrada en Borja, de la que acabamos de dar
noticia.
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