El 2 de abril de 1363 Borja se rindió a las tropas castellanas, durante la llamada “guerra de los dos Pedros”, en la que se enfrentaron Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla.
Aquel
dilatado conflicto que fue una guerra civil, aunque con participación extranjera
en ambos bandos, como prolongación, en cierto modo de la “Guerra de los Cien Años”,
fue provocado por diversas causas y tuvo varias fases, finalizando con la
muerte de Pedro I a manos de su hermanastro Enrique de Trastamara, al que
apoyaba el rey aragonés, que se alzó con el trono castellano con el nombre de Enrique II, dando origen a una nueva dinastía.
Uno de los principales
escenarios de la guerra fue nuestra zona, desde la que actuaron las tropas
aragonesas con la ayuda de las compañías francesas que mandaba Bertrand du
Guesclin, al que hicimos referencia recientemente en este blog.
En 1361, la paz de Terrer
representó un paréntesis en el enfrentamiento, pero, al año siguiente, el
monarca castellano, tras lograr nuevas alianzas, se lanza al ataque
sorprendiendo al aragonés, ocupando diversos territorios de la Raya, entre
ellos los de nuestra zona, donde cayeron en su poder Tarazona, Borja y todas
las localidades de su entorno.
A lo largo de la
historia, nuestra ciudad ha sufrido tres asaltos y ocupaciones, la de los
castellanos que estamos comentando, la de los austracistas en la Guerra de
Sucesión y la de los franceses en la de la Independencia.
Sin ninguna duda, la peor
fue la primera, por los numerosos daños que los castellanos ocasionaron.
Numerosos edificios y templos fueron arrasados. En Borja, quedó inservible la
casa del consejo y Santa María quedó seriamente afectada, teniendo que ser
reconstruida después, como otros muchos templos de la zona.
Queda pendiente un estudio
pormenorizado de esta guerra en la comarca borjana, de la que conocemos muchos
datos, pero es necesario sistematizarlos y ofrecer una visión global. Ojalá
podamos acometerlo pronto.
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