El puente Clox, situado sobre el cauce del Huecha, en el antiguo camino de Talamantes, toma su nombre de una pequeña población que existió en el pasado, al otro lado del río.
Construido en piedras con dos arcadas, separadas por un tajamar, ha sido objeto de varias reparaciones a lo largo de la existencia ya que las avenidas periódicas del Huecha, las “huechadas” que se producen inesperadamente, llegaron a derribar alguno de sus arcos.
De hecho, se conservan imágenes de una de ellas reparada de forma provisional y también se refleja esta circunstancia en algunas de las obras pictóricas de D. Baltasar González, lo que demuestra la cercanía en el tiempo del problema.
El mecanismo de destrucción siempre fue el mismo. Las ramas arrastradas por las aguas obturaban uno de los ojos y la presión derribaba el puente. De ahí la importancia de mantener limpio el cauce.
Sin embargo, el estado actual no puede ser más desalentador. La vegetación lo invade todo e, incluso, sobre el tajamar crecen diversos arbustos y hiedra que están afectando a su estructura. Por otra parte, cabe señalar la horrible valla que se dispuso sobre el puente que ha visto recargar su plancha más allá de lo conveniente, siendo cruzada incluso por una conducción de agua.
En esta otra imagen puede apreciarse la situación del cauce aguas arriba. Bastaría una avenida no demasiado importante para que, probablemente, el puente se viera seriamente afectado. Creemos que alguien debería adoptar las medidas oportunas antes de que sea demasiado tarde.
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