Hoy se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción que, en nuestra ciudad, adquiere un significado especial, por ser fiesta votada. Fue el 5 de diciembre de 1650, cuando el concejo borjano tomó el acuerdo “de defender perpetuamente a la Inmaculada Concepción”, un dogma que no sería definido como tal hasta el 8 de diciembre de 1854, por el Papa Pío IX. Al mismo tiempo, acordaron asistir corporativamente a la fiesta que, inicialmente, se celebraba en la colegiata de Santa María.
Tras la fundación del convento de la Concepción, dos años después, la fiesta pasó a celebrarse en la iglesia del mismo, cuando fue terminada. Allí el ayuntamiento de la ciudad continuó fiel a su solemne compromiso hasta fechas relativamente recientes, pues aunque sigue asistiendo el alcalde y muchos de los concejales, a título privado, la ciudad, como tal, ha dejado de hacerlo.
Durante las celebraciones de estos días se venera la hermosa imagen conocida con el apelativo de “La Napolitana” que no hace muchos años fue restaurada y estuvo expuesta en Calatayud, con motivo de la exposición Mater Purissima, organizada por la diócesis, durante los actos conmemorativos del 150 aniversario de la proclamación del dogma.
Entre las curiosidades de este día, queremos recordar que fue el 8 de diciembre de 1764 cuando, en la propia iglesia y entre la expectación del público asistente, fueron presentados por primera vez los maceros que, desde entonces, acompañan a la corporación con el uniforme tradicional.
Por otra parte, hasta la adopción del color azul en la liturgia de este día, se utilizó en la fiesta el magnífico terno que también estuvo expuesto en Calatayud. Ahora sabemos que estos ricos ornamentos bellamente bordados fueron donados al convento por el comandante de las fuerzas de ocupación francesa, durante la Guerra de la Independencia, como reparación por la muerte de una religiosa durante el saqueo al que fue sometida la ciudad en los primeros días de la guerra.
Sor Veneranda es la primera por la derecha
Del convento, uno de los principales monumentos borjanos, volveremos a tratar dentro de la serie que hemos iniciado con el de agustinos recoletos. Hoy, queremos dedicar un cariñoso recuerdo a la memoria de Sor Veneranda Larrea, una religiosa que, tras 62 años entre nosotros, acaba de dejarnos definitivamente, en vísperas de la fiesta titular de la Orden en el seno de la cual dio un testimonio de vida ejemplar.
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