Temas de Antropología Aragonesa, la
revista del Instituto Aragonés de Antropología, incluye en su último número un
artículo del Prof.D. Pedro Luis Hernando Sebastián titulado “El coral rojo como
recurso médico y mágico. Una visión antropológica desde el Arte” que es una
síntesis de un trabajo más extenso que se publicará en el Boletín del Museo e
Instituto “Camón Aznar” sobre “Iconografía del coral rojo en la pintura
medieval española”.
El
Dr. Hernando Sebastián es conocido en nuestra ciudad pues fue el autor, junto
con D. José Carlos Sancho Bas, de los primeros números de la colección dedicada
al Patrimonio Artístico Religioso de nuestra comarca y ha publicado, también,
varios artículos en Cuadernos de Estudios
Borjanos.
El
coral rojo (Corallium rubrum) se ha
venido recolectando en el Mediterráneo desde la antigüedad. Fue utilizado en
orfebrería pero también tuvo aplicaciones terapéuticas debido a su aspecto,
relacionado con la sangre coagulada. De hecho, según la Mitología, el coral
había surgido de la cabeza de la Medusa Gorgona cuando fue cortada por Perseo.
Por
este motivo, el coral era utilizado en la medicina clásica como remedio de las
enfermedades hemáticas. También se empleaba para el tratamiento de la epilepsia
y como para prevenir frente a la muerte súbita.
Además,
fue frecuente la realización de amuletos que se colgaban del cuello de los
recién nacidos como un elemento de protección. No es de extrañar, por lo tanto,
que esta costumbre que perduró en el tiempo tuviera su reflejo en el arte
medieval.
Precisamente, uno de estos ejemplos podemos
encontrarla en la tabla de la Adoración de los Magos que se exhibe en el Museo
de la Colegiata de Borja, pintada por los hermanos Zahortiga, en 1460, al igual
que el resto de las que formaron parte del retablo mayor de dicha iglesia.
Desde el punto de vista iconográfico esta obra reviste un gran interés. Entre
otros aspectos queremos destacar la representación de los Reyes Magos como
expresión de las tres edades del hombre: Melchor, el anciano; Gaspar, el maduro;
y Baltasar el joven. Todavía no se había introducido la figura de Baltasar como
un representante de la raza negra.
Pero,
sin duda, uno de los aspectos más llamativos lo constituye el hecho de que el
Niño Jesús lleva un amuleto de coral engarzado en oro y pendiente de una cadena
del mismo metal.
Ante
la incoherencia que se desprende del hecho de que el propio Cristo portase un
amuleto, se buscaron interpretaciones que lo apartaran del ámbito de la
superstición que entrañaba, convirtiéndole en una prefiguración de la Pasión.
De esta forma el rojo del coral se convertía en una premonición de la sangre
derramada en la Cruz.
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