Rafael de Riego Flórez (1784-1823) había nacido en el municipio asturiano de Tuña, en el seno de una familia hidalga, pero modesta. Aunque inició estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo, donde se había graduado como bachiller, terminó decantándose por la carrera militar.
En el empleo de Teniente le sorprendió la
Guerra de la Independencia, pudiendo huir de Madrid con graves riesgos para llegar
a Oviedo donde fue nombrado capitán de una compañía de Infantería. Poco después
fue hecho prisionero y enviado a Francia, donde permaneció confinado hasta 1813
y donde posiblemente se afilió a la masonería.
Regresó a España, a través de
Inglaterra, en 1814 y cinco años después, ya con el grado de Teniente Coronel
se encontraba al frente del 2º batallón del regimiento de Asturias que iba a
ser embarcado para América, con el fin de sofocar la rebelión de aquellas
tierras.
Pero, el 1 de enero de 1820, cuando se
encontraba en Las Cabezas de San Juan protagonizó el primer pronunciamiento de
nuestra historia contemporánea, proclamando la Constitución de 1812 e
impidiendo el embarque de aquellas tropas que, quizás, hubieran podido impedir
la independencia americana que, curiosamente, encontraba en la masonería su
mejor aliado.
Para mantener la moral de sus tropas,
que iban recorriendo Andalucía, uno de sus oficiales Evaristo Fernández de San
Miguel compuso lo que fue conocido como el “Himno de Riego”, a imagen de “La
Marsellesa” que, en 1822, fue declarado himno nacional y años depués sería
adoptado por la II República.
Como es sabido, el monarca se vio forzado
a jurar la Constitución, dando inicio a lo que se llamó el “Trienio Liberal”.
Riego que era ya un símbolo del liberalismo y un héroe popular fue ascendido a
general y nombrado Capitán General de Galicia, cargo que no llegó a desempeñar,
pues fue acusado de promover un movimiento republicano. La presión ejercida
sobre el Gobierno determino que se le diera el cargo de Capitán General de Aragón
y, para tomar posesión del mismo, se dirigió a Zaragoza, a comienzos de enero
de 1821, pasando por Mallén, donde durmió una noche. Desde su nuevo cargo se
dedicó a fomentar los movimientos constitucionalistas, recorriendo varias
localidades, una de las cuales fue Borja.
Su visita hay que relacionarla con un
personaje borjano, D. Bernardo Cardona, alcalde de la ciudad, cargo del que
había tomado posesión el 21 de marzo de 1820 e, inmediatamente, organizó el
juramento de la Constitución de 1812, que tuvo lugar el 9 de abril en la
iglesia del convento de San Francisco.
Aunque
en Borja no había demasiados constitucionalistas, Cardona acogió con gran entusiasmo
la noticia de la visita del Capitán General y la figura más destacada del bando
liberal, preparándole un apoteósico recibimiento.
Riego entró por la puerta de San Francisco, como era habitual con los personajes ilustres. Allí se había instalado un arco de laurel y flores. Otro similar decoraba el Campo del Toro, a donde llegó siendo agasajado con un “magnífico refresco” en la Casa Consistorial.
Pero, la fortuna le fue adversa a Riego
muy pronto. La división en las filas liberales propició que fuera destituido de
su cargo en Aragón el 4 de septiembre de ese mismo año de 1821. Aunque fue
elegido diputado y llegó a presidir la Cámara, los acontecimientos se
precipitaron y, finalmente, la entrada en España de un cuerpo expedicionario
francés, los “Cien Mil Hijos de San Luis”, restauró el absolutismo.
Riego, que había abandonado su escaño
para empuñar las armas en defensa de sus ideas, fue detenido el 15 de
septiembre de 1823 y condenado a muerte. El 7 de noviembre, arrastrado en un
serón por las calles de Madrid, fue llevado a la plaza de la Cebada, donde fue
ahorcado. Moría así, de forma infamante, el hombre para convertirse en un mito,
no solo en España sino en toda Europa. Pero esa es otra cuestión…
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