Ayer fue el segundo día de unas fiestas que, para algunos, nos han parecido más tristes que en ocasiones anteriores. En cierto modo, el ritmo de las mismas venía marcado por el ruido de los cohetes, algo muy vinculado a las tradiciones de toda la región mediterránea. No vamos a entrar en polémicas pues todo tiene defensores y detractores, como ocurre con los toros en las plazas o con muchos elementos de la gastronomía, que también forma parte de nuestro Patrimonio Cultural y en la que hay platos que algunas personas no pueden degustar por sufrir determinadas intolerancias sin que, hasta el momento, haya sido prohibido guisarlos y consumirlos.
Tras la diana, a cargo de la Banda de
Cornetas y Tambores de San Jorge, en la plaza del Mercado, el entusiasta grupo
de voluntarios estaba ya preparando el almuerzo que fue repartido poco después.
A mediodía salió la comparsa de
Gigantes y Cabezudos, un espectáculo que concita el interés de muchas personas,
especialmente de los más jóvenes que corren delante de los cabezudos, entre los
que todavía aparece uno que nunca debería haber sido creado.
Tras ellos los Gigantes, muy bien bailados
por otro ejemplar grupo de voluntarios y la inestimable colaboración de la
Agrupación Musical Borjana, cuyo acompañamiento es habitual en las salidas de
la comparsa por las calles de la ciudad.
Ha sido Laura Serrano la que ha
realizado este reportaje, cosa que agradecemos porque, además, nos ofrece una
visión poco habitual de un recorrido que, en esta ocasión, discurrió por otras
calles.
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