lunes, 3 de junio de 2024

Luminoso Día del Corpus

 

         Una luminosa mañana de domingo, que parecía jueves, acogió ayer el recorrido de la procesión del Corpus Christi por las calles de Borja, a la que, junto al pórtico de la colegiata esperaban su salida los gigantes y cabezudos.

 


         Encabezando la procesión, la comparsa de gigantes constituye una de las costumbres que han quedado de aquellas brillantes celebraciones en las que había tres altares por el recorrido, desde los que se impartía la bendición y se repartían ramilletes de flores.

 





         Siguen estando presentes en la procesión las banderas y estandartes de todas las cofradías y asociaciones religiosas de la ciudad, que desfilan tras la cruz parroquial. Hace ya tiempo que dejaron de asistir con sus “cabezas” o bustos procesionales. Causa sorpresa ver entre ellas al pendón de la ciudad, cuyo significado es muy diferente, el cual debe preceder siempre a la corporación municipal cuando desfila bajo mazas. Se instauró la costumbre de que fuera delante del trono de la Virgen en el Rosario de Cristal y, ahora, lo vemos también como si fuera una cofradía más.






         Otra costumbre que permanece es la de los niños y niñas de Primera Comunión, con sus canastillas de pétalos de rosas que se arrojan entre ellos y cubren las calles por las que transcurre la procesión.

 

         El lugar preferente, delante del Santísimo, lo ocupa la bandera de la Adoración Nocturna que, en la noche anterior, celebró una de sus vigilias.

 

         A los acordes del Himno Nacional salió la peana en la que marchaba la custodia con el Cuerpo de Cristo, bajo un baldaquino, que es un remedo del palio que suele cubrirla cuando es llevada a pie por un sacerdote. Aquí también había palio cuando la peana, sin ese pequeño baldaquino, era llevada a hombros por sacerdotes, mientras le daban escolta cuatro números de la Guardia Civil con uniforme de gala.

 


         Cerrando el cortejo marchaba la corporación municipal bajo mazas y la Agrupación Musical Borjana. Quizás echamos en falta una mayor presencia de fieles, sobre todo al considerar el profundo significado de esta procesión, que tiene carácter litúrgico, dado que representa la presencia real de Cristo en nuestras calles, algo muy diferente al del resto de procesiones.

         Recientemente, los obispos norteamericanos quedaron sorprendidos ante el éxito de la procesión organizada en Minnesota, con motivo del Congreso Eucarístico Nacional. Más de 7.000 personas participaron en ella, algo insólito en una nación en la que este tipo de manifestaciones son consideradas como expresión de una cultura propia de los países del sur del Mediterráneo. Pero, mientras entre nosotros, palidecen como consecuencia de un progresivo enfriamiento de nuestra Fe, en otros lugares cobran cada día mayor fuerza, demostrando que Jesucristo no puede quedar relegado a unos templos vacíos, sino que tiene que hacerse presente también en nuestras calles y plazas.


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