domingo, 30 de junio de 2024

Por fin hay quien protesta por los tapones adheridos a las botellas

 

Hemos leído a Domingo Soriano que, en un conocido medio digital, manifestaba su opinión sobre “la ideíta de obligar a que los tapones de las botellas de plástico tengan que quedar unidos al resto del envase tras su apertura”.

 

Aunque es, a partir de mañana cuando será obligatorio, ya hace tiempo que los fabricantes se han adaptado a su entrada en vigor, de manera que ha habido tiempo para constatar que, como señala el articulista, “coges una botella de la máquina del vending o de la nevera, la abres, le vas a dar un trago... y el taponcito empieza a dar …: un poco de leche derramada, un ligero arañazo en la mejilla o una botella que cierra mal y pierde líquido en el frigo. Y el ciudadano se pregunta, estupefacto: ¿Y todo esto, por qué?”

         La norma nos ha venido impuesta desde Europa, en el marco de esa persecución al plástico que ha ido imponiéndose, como la prohibición de las pajitas o las bolsas, entre otras cosas que hemos ido aceptando con esa resignación bovina que caracteriza al ciudadano del siglo XXI.

         Las razones esgrimidas van desde el problema de la eliminación del plástico que no parece ser la principal, dado que unido a la botella o envase el problema persiste, hasta el riesgo que para los niños entrañan los tapones sueltos. Es posible que al obligar a que los plásticos vayan pegados a las botellas es más fácil gestionar la basura y hay menos contaminantes perdidos por ahí.

         Pero, el firmante del artículo se pregunta, aceptando la tesis oficial, si alguien ha pensado realmente en el saldo total de la propuesta, pues los nuevos cierres pueden tener consecuencias de segundo orden no demasiado buenas. Por ejemplo, si se te cae el líquido (y con los que yo he probado hasta ahora, es mucho más probable que ocurra) puede que tengas que lavar la ropa (más uso de jabón) o limpiar el frigo o comprarte una segunda botella. Por lo que cada nueva botella usada por un accidente a causa de los nuevos cierres, deshace muchas de las ganancias apuntadas en el párrafo anterior. También vamos a manchar más vasos o dejaremos de reutilizar las botellas, por lo que el saldo neto comienza a ser aún más negativo.

 


         Al comentario que hemos reproducido, unimos nuestra opinión, lamentando que el corazón de la entrada de Bureta no pueda ya continuar llenándose de tapones, aunque por lo que hemos visto, son muchas las personas que, lo primero que hacen, es arrancarlos de la botella o envase, con otro efecto negativo: a veces se cortan o causan heridas en los dedos que hay que tratar, por leves que sean.

         En resumen. ¿Hay alguien a quien le guste esta nueva norma? Será, sin duda, un caso excepcional, pues como comentaba el periodista citado, la razón última de la misma es fastidiar a la mayoría de los mortales.


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