Un colaborador de nuestro Centro nos ha remitido unas imágenes del día del Corpus Christi en una parroquia de la provincia de Zaragoza que, al parecer, han causado notable impacto.
La primera de ellas corresponde a la celebración
de la Eucaristía en esa solemnidad en la que hay muchas cosas que llaman la
atención. Al margen de las imágenes del retablo que recuerdan a otras de
nuestra zona “restauradas” con Titanlux, bajo la Virgen del Rosario puede verse
una reproducción del Arca de la Alianza y, en el extremo izquierdo la menorah,
el candelabro ritual judío.
En la parte posterior del presbiterio
se encuentran siete personajes (uno de ellos una mujer) ataviados de forma que
quiere asemejarse al hábito de los templarios. Tres de ellos cubren su cabeza,
a pesar de encontrarse en el interior de un templo y dos llevan al pecho sendas
cruces, una de ellas de doble travesaño.
Aún más llamativo es el hecho de que,
en la sede, ocupa lugar preferente un “anciano” templario, mientras que el
celebrante aparece relegado al extremo derecho. Si no fuera por la presencia de
los niños y niñas de Primera Comunión en los primeros bancos de la izquierda,
pudiera parecer que estábamos ante una recreación histórica, pero no, era la
Santa Misa del día del Corpus Christi.
Los rasgos judaizantes que se advierten
en el exorno del templo, le preocupaban a nuestro comunicante, pero hemos podido
constatar que no hay peligro de que el cardenal Fernández, como Prefecto del antiguo
Santo Oficio, llegue a intervenir, dado que el Arca de la Alianza fue
construida personalmente por el párroco, muy habilidoso en trabajos manuales.
El sacerdote tenía gran interés en que
su creación sirviera como sagrario del templo y su iniciativa llegó a ser
recogida en la publicación Iglesia en Aragón, de la diócesis de Zaragoza,
cuando acabó su obra en 2021. Pueden ver en este enlace un vídeo en que se
explica todo el proceso de construcción y la explicación que el párroco ofrecía
para su iniciativa. El que el peculiar sagrario tenga una portezuela de cristal
es lo de menos.
El Arca de la Alianza, con sus
querubines en el propiciatorio y sus varales, fue la que desfiló por las calles
del lugar donde se ubica la parroquia (omitimos el nombre), escoltada por los “templarios”.
Estaba depositada sobre una peana, con
otros varales de madera, que era portada por ocho “levitas”, mientras que párroco
marchaba a continuación, revestido con capa pluvial, como corresponde a la presidencia
de toda procesión.
Ni que decir tiene que toda esta
celebración nos ha sorprendido, aunque doctores tiene la Santa Madre Iglesia
para decidir lo que está bien y lo que es improcedente en momentos tan
relevantes como la solemnidad del Corpus Christi.
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