domingo, 16 de febrero de 2025

El secreto de los Bécquer en “Alrededor del mundo”

         Cuando hace unos días dedicamos una entrada a la leyenda del tesoro de los Bécquer encontrado en Veruela, D. Javier Bona nos insertó la primera página de la revista Alrededor del mundo, donde ya se daba noticia de ese supuesto tesoro.

 

 

          La revista había sido fundada por Manuel Alhama Montes, que firmaba con el seudónimo de “Wanderer” en 1899. Tenía una periodicidad semanal y el que incluyera fotografías y un contenido muy variado, le hizo alcanzar gran popularidad, llegando a publicarse hasta 1930, sobreviviendo a su fundador.

         Manuel Alhama fue escritor y periodista, procediendo de una familia establecida en Guadix. Su padre, D. José Alhama era masón y republicano, llegando a ser concejal de Granada, ciudad en la que ejercía como sombrerero. Pero, además, pertenecía a la Iglesia Evangélica, al igual que su hermano, lo que les ocasionó serios problemas e incluso una condena de ocho años de prisión por apostasía pública.

 

         Wanderer visitó con frecuencia nuestra zona, dedicando artículos a Borja, solar de la familia del mismo nombre, al arco islámico de Maleján, gracias a lo cual conocemos cómo era y, al monasterio de Veruela, del que publicó el reportaje que nos ocupa en el tercer número de la revista, que tenemos en el archivo del Centro.

         En el monasterio estuvo ocho días, en busca de huellas de los hermanos Bécquer, siendo acogido por los jesuitas que ya se había establecido en el antiguo cenobio cisterciense.

         Aunque sus resultados “fueron difíciles y de no mucho fruto”, porque las gentes que habían conocido a los hermanos eran ya mayores y “la edad había desgastado la memoria”, aportaba datos interesantes.

         Entre ellos las grandes dificultades económicas por las que atravesaban. Valeriano se dedicaba a pintar “cuando tenía dinero para comprar colores”. Una obra suya pudo verla en Borja, en casa de un anciano sacerdote, que había sido su amigo y antes estuvo destinado en Veruela. Wanderer afirma que el retrato de ese sacerdote era la mejor obra del pintor. No sabemos el destino final de ese retrato, ni la identidad del sacerdote.

         En el artículo menciona también el descubrimiento, por parte de los Bécquer, en las cercanías de Veruela, de “una bóveda secreta en la que había bastantes objetos de valor artístico e histórico”. Según Wanderer, el poeta estuvo soñando toda su vida con aquel tesoro, intentando hacerse con él, pero su prematura muerte frustró su propósito.

         La entrada estaba cubierta con una gran piedra y el autor del artículo afirma que la localizó, aunque por el escombro acumulado sobre ella, no pudo abrir la cueva. Todo ello alimentó la leyenda de ese supuesto tesoro que ha llegado hasta nuestros días.


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