viernes, 21 de febrero de 2025

Recordando a don Pedro de Atarés

 

El 21 de febrero de 1151 falleció D. Pedro de Atarés, un destacado personaje especialmente vinculado a Borja, de la que fue tenente de honor. A pesar de su importancia histórica no se conocen demasiados datos de su biografía. Sabemos que nació antes de 1083 en el castillo de Atarés. La mayoría de los autores afirman que era hijo del infante D. García y de Dª Teresa Caxal, una dama de la alta nobleza castellana.

         El padre de D. García era Sancho Ramírez, hijo natural de Ramiro I, por lo que D. Pedro era biznieto, por línea natural, de dicho monarca y miembro de una destacada familia aragonesa. Por otra parte, los Caxal también eran de estirpe real.

         La primera vez que aparece D. Pedro en la Historia es, con ocasión de una donación efectuada por el rey Sancho Ramírez al monasterio de San Juan de la Peña, en 1094, donde figura como “señor de Sos y de Ejea”. El dato puede ser cierto, aunque esas localidades se perdieron poco después y no fueron reconquistadas hasta la época de Alfonso I. Por otra parte, la fecha de 1094 tampoco se ajusta a la edad del personaje, pues de ser cierta tendría entonces poco más de 11 años, algo muy improbable.

         Lo que no ofrece discusión es su presencia en la reconquista de las tierras próximas al Moncayo, en las que tuvo especial protagonismo D. Gastón de Bearne que recibió Borja, en tenencia de honor, hasta su muerte acaecida en 1130.

         Le sucedió D. Pedro de Atarés que, por otra parte, era yerno de D. Gastón por su matrimonio con su hija Garcenda. Desde el 30 de abril de 1132, Borja fue la cabeza de un importante territorio bajo su control, ya que a los señoríos familiares de Javierre y Latre, unió los de Mallén, Novillas, Alberite, Magallón, Grisel y Samangos, así como los de Sos y Ejea que le fueron confirmados. Cuando, en 1135, Ramiro II le hizo merced del señorío de Huesca, D. Pedro se convirtió en una de los hombres más poderosos del reino. Ya lo era antes, dado que su nombre se barajó para suceder a Alfonso I, tras su inesperada muerte, dando lugar a la leyenda de las inexistentes Cortes de Borja. Su trayectoria personal y su posición en las contiendas dinásticas de la época han sido objeto de numerosos trabajos, a los que remitimos.

 


         Su figura está relacionada con la fundación del monasterio de Veruela y la leyenda posterior de la aparición de la Virgen en el transcurso de una tormenta. En esa misma leyenda se relata que la imagen de la Virgen se conservó en el castillo de Borja hasta la construcción del monasterio. 



         Allí fue sepultado, bajo una sencilla lauda situada en el acceso a la iglesia desde el claustro. Después se construyó un mausoleo en el presbiterio del templo y, en la actualidad, sus restos se conservan en la capilla de San Bernardo.

         También jugó un papel destacado, junto con su madre, en la construcción de la catedral de Tarazona pero, su especial relación con Borja tiene otra justificación pues fue la familia de los Borjas quien para ennoblecer su origen, cuando iniciaba su ascenso social, se quiso hacer descendiente de D. Pedro de Atarés y, de esta forma, entroncar con la casa real aragonesa. Por lo tanto, D. Pedro se convirtió en el principal punto de unión de los Borja y Borja, mediante una ficción creada por la propia familia.


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