Borja celebra estos días su Feria que no sus Fiestas Patronales, pues lo que tiene lugar, en torno a la fecha del 21 de septiembre, es el recuerdo de la “feria franca” que, por privilegio de Felipe V, con fecha de 16 de junio de 1708, le fue concedida como recompensa por la fidelidad que los borjanos le habían demostrado durante la Guerra de Sucesión. En el privilegio se establece que la feria tendrá una duración de quince días a contar desde el 8 de septiembre.
La importancia que tenía un acontecimiento de esta clase era muy grande, por las numerosas personas que llegaban y las transacciones que se realizaban. Para los mercaderes se habilitaron, en 1799, unas garitas que se instalaban en el Campo del Toro, propiedad del hospital, el cual se beneficiaba con lo que se obtenía por su alquiler.
Las frutas y hortalizas se ofrecían en la plaza del Mercado y, también en las del Olmo, Santo Domingo y Cortes. Hay una antigua fotografía de la plaza de Santo Domingo, todavía sin fuente, con varias pilas de melones.
Pero, sin lugar a dudas, era la venta de ganado la que más interés concitaba. El lanar se instalaba en las eras de la Horca y de la Cruz de Albeta, mientras que el ganado caballar y asnal lo hacía en las inmediaciones del convento de Capuchinos. Más tarde pasó a la plaza de San Francisco y calles de su entorno, donde lo hemos conocido en su apogeo y del que quedan numerosos testimonios gráficos. Allí es donde ahora se recrea lo que fue aquel mercado, con exhibiciones de ejemplares traídos desde diversos lugares que siguen despertando la curiosidad de muchos e, incluso, el interés de algunos por adquirirlos.
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