jueves, 8 de enero de 2015

Oficios antiguos

            Hace algunos días publicamos un artículo sobre labores agrícolas desaparecidas. Ahora, queremos recordar algunos oficios antiguos con fotografías de Borja y Mallén, como entonces, aunque había muchos más de los que, por el momento, no hemos encontrado imágenes.




            Uno de ellos era el de herrador, que estaba supervisado por los veterinarios, antiguamente llamados “mariscales”. Tras retirar las herraduras desgastadas, se igualaba la pezuña del animal con la herramienta que aparece en la fotografía superior y, posteriormente, se les colocaban las nuevas forjadas en la fragua, las cuales se sujetaban con unos clavos cuyas puntas se remachaban por el exterior. Recientemente, en Pozuelo de Aragón, con ocasión de su feria medieval, se recreó esta labor que, por otra parte, sigue teniendo vigencia, aunque en nuestra zona hayan ido desapareciendo, poco a poco, los numerosos animales que se utilizaban en las labores del campo. 





            Otro oficio imprescindible, entonces y ahora, el de esquilador. En la fotografía superior se utiliza una maquinilla manual, mientras que en la siguiente se está esquilando a una oveja con una máquina eléctrica alimentada por la dinamo que, mediante una manivela, mueve el niño de la izquierda. 




            Antiguos pastores aparecen en estas otras imágenes. Es interesante la primera en la que pueden verse “Las Arcadas” de Borja,  antes de que fuera demolida la de la izquierda, para ser sustituida por un sifón. El rebaño aparece encabezado, como era habitual, por un macho cabrío de larga cornamenta.






            En la calle Moncayo de Borja existían dos excelentes carreterías, donde se fabricaban los carros utilizados para el transporte y algunos otros vehículos más sofisticados. Uno de los trabajos más duros era el de colocar las llantas metálicas de sus ruedas. Para ello se calentaban las llantas metálicas para que se dilataran y, a continuación, se ponían en la rueda, enfriándolas con cubos de agua, mientras se ajustaban con la ayuda de pesados mallos.



            Finalmente, recordaremos hoy al paciente esfuerzo de muchas mujeres que, cuando las casas no disponían de lo que se denominaba “agua corriente”, debían ir a recogerla en las fuentes con la ayuda de cántaros y “pozales”. En algunas ocasiones se encargaban de este cometido unos “aguadores” que llevaban los cántaros en un pequeño remolque manual. 

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