martes, 3 de octubre de 2023

Venecia, a pesar de todo

 

         Venecia es una ciudad que, a pesar de los problemas a los que tiene que hacer frente, merece la pena conocer y disfrutar recorriendo en soledad sus calles, por paradójico que ello pueda parecer.



         En su intervención en la Gala de Europa Nostra, el representante del Ayuntamiento de la ciudad señalaba la masificación turística como uno de los problemas fundamentales. Ya se han adoptado algunas medidas, como la prohibición de la llegada de cruceros y se estudia la imposición de una tasa a los visitantes de un solo día.

         Sin embargo, hemos podido comprobar que esas masas de personas que impiden la contemplación reposada de algunos monumentos, se centran fundamentalmente en torno a la plaza de San Marcos o el puente Rialto, de manera que la visita a la basílica o al Palacio Ducal se convierte en una empresa casi heroica.

 




         Pero hay otras muchas zonas que se pueden recorrer con tranquilidad y monumentos a los que es posible acceder sin apreturas, especialmente a primeras horas de la mañana.

 



Y, sobre todo, adentrarse en ese entramado de canales, cruzados por multitud de puentes, en los que se encierra la verdadera belleza de esta ciudad única.

 





         El Gran Canal constituye otro espectáculo del que se puede disfrutar a bordo de los vaporettos, en los que es posible encontrar desde unos recién casados a una marinera que nos traía lejanos recuerdos borjanos, cuando todo era diferente.

         Existe también la posibilidad de cruzar el Gran Canal en una góndola pública, por el módico precio de 2 euros, sorteando los rápidos taxis fluviales o el enjambre de las góndolas turísticas que siguen gozando de una gran demanda.

 


         Callejear sin prisas ni agobios también es posible en Venecia, como muestran estas fotos de la delegación española; comprar fruta o hasta un Pinocho que trajo a Borja uno de los expedicionarios.

 


         Otra posibilidad es la de visitar, con tranquilidad, museos tan importantes como el de la colección de Peggy Guggenheim, instalada en el Palacio Vernier del Leoni, junto al Gran Canasl, que es uno de los museos más importantes de Italia y uno de los más importantes de Europa de arte europeo y americano de la primera mitad del siglo XX.

 



         O pasear por los Jardines Reales que acaban de ser reconstruidos y han merecido uno de los “Grand Prix” de Europa Nostra.

         Del “acqua alta” hablaremos otro día, pues es otro de los problemas de la ciudad para cuya solución se están arbitrando medidas muy interesantes.

 


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