Venecia es una ciudad que, a pesar de los problemas a los que tiene que hacer frente, merece la pena conocer y disfrutar recorriendo en soledad sus calles, por paradójico que ello pueda parecer.
En su intervención en la Gala de Europa
Nostra, el representante del Ayuntamiento de la ciudad señalaba la masificación
turística como uno de los problemas fundamentales. Ya se han adoptado algunas
medidas, como la prohibición de la llegada de cruceros y se estudia la imposición
de una tasa a los visitantes de un solo día.
Sin embargo, hemos podido comprobar que
esas masas de personas que impiden la contemplación reposada de algunos
monumentos, se centran fundamentalmente en torno a la plaza de San Marcos o el
puente Rialto, de manera que la visita a la basílica o al Palacio Ducal se
convierte en una empresa casi heroica.
Pero hay otras muchas zonas que se
pueden recorrer con tranquilidad y monumentos a los que es posible acceder sin
apreturas, especialmente a primeras horas de la mañana.
Y, sobre todo, adentrarse en ese entramado de canales,
cruzados por multitud de puentes, en los que se encierra la verdadera belleza
de esta ciudad única.
El Gran Canal constituye otro
espectáculo del que se puede disfrutar a bordo de los vaporettos, en los que es
posible encontrar desde unos recién casados a una marinera que nos traía
lejanos recuerdos borjanos, cuando todo era diferente.
Existe también la posibilidad de cruzar
el Gran Canal en una góndola pública, por el módico precio de 2 euros,
sorteando los rápidos taxis fluviales o el enjambre de las góndolas turísticas
que siguen gozando de una gran demanda.
Callejear sin prisas ni agobios también
es posible en Venecia, como muestran estas fotos de la delegación española;
comprar fruta o hasta un Pinocho que trajo a Borja uno de los expedicionarios.
Otra posibilidad es la de visitar, con
tranquilidad, museos tan importantes como el de la colección de Peggy
Guggenheim, instalada en el Palacio Vernier del Leoni, junto al Gran Canasl,
que es uno de los museos más importantes de Italia y uno de los más importantes
de Europa de arte europeo y americano de la primera mitad del siglo XX.
O pasear por los Jardines Reales que
acaban de ser reconstruidos y han merecido uno de los “Grand Prix” de Europa
Nostra.
Del “acqua alta” hablaremos otro día, pues
es otro de los problemas de la ciudad para cuya solución se están arbitrando
medidas muy interesantes.
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