Poco antes de que saliéramos para Venecia, Enrique Lacleta regresó de su viaje a Peñíscola, trayéndonos un buen número de fotos de esa bellísima localidad e información sobre el Museo de la Magia que allí existe, al que dedicaremos un artículo, pues merece la pena de ser conocido.
Muchos de nuestros recuerdos están
asociados a esa localidad levantina, tan fotogénica de día y de noche o cuando
la tormenta se abate sobre el caserío apiñado en torno a la mole de ese
castillo que fue el refugio seguro del gran Papa Luna, cuya figura se quiere
reivindicar ahora.
Peñíscola fue una fortaleza templaria,
prácticamente inexpugnable dado que se encontraba sobre un peñón o islote que
estaba aislado de la tierra firme. En la actualidad conservan buena parte de
sus defensas y, como puede apreciarse en esta vista aérea, sólo un pequeño
núcleo de casas fue levantado bajo el castillo. Su espectacular aspecto lo
convirtió en lugar de rodaje de aquella inolvidable película de “El Cid”, en la
que las nuevas casas fueron ocultadas por unas falsas murallas. Más
recientemente, también ha aparecido en varios episodios de la serie “Juego de
Tronos”.
Pero, el castillo está unido indisolublemente
a la figura de Benedicto XIII, el aragonés Pedro de Luna, nacido en Illueca,
uno de los principales protagonistas del Cisma de Occidente, cuando llegaron a
coexistir tres Papas, todos ellos considerados legítimos por sus partidarios.
Declarado hereje y Antipapa por el
concilio de Costanza, Benedicto XIII se refugió en Peñíscola y allí vivió hasta
los 94 años, firme en su convicción de ser el auténtico Pontífice.
Un caso sorprendente de supervivencia
para esa época, teniendo en cuenta de que intentaron envenenarlo varias veces,
una de ellas con una combinación de arsénico y azufre, facilitada por un cardenal,
de la que logró recuperarse gracias a los buenos oficios de un médico judío que
tenía a su servicio.
El castillo es una gran obra de arquitectura
militar, construida sobre una antigua alcazaba musulmana, a finales del siglo
XIII. Se conserva en muy buen estado, destacando sus bóvedas apuntadas y, en
algunas de las estancias, se muestras reproducciones de piezas relacionadas con
el Papa Luna que, como es sabido, fue enterrado en el palacio de Illueca, donde
había nacido y donde sus restos fueron profanados, conservándose únicamente su
cráneo, objeto de un largo contencioso, en el que no ha faltado hasta un robo.
El castillo es también una plataforma
abierta hacia la mar. “El Papa del mar” es el título de una novela dedicada al
Papa Luna, cuyos ojos contemplaron ese vasto horizonte que se perdía casi hasta
el infinito en su larga reclusión.
El 23 de noviembre de 2007 fue
inaugurada esta escultura de bronce, instalada a la sombra de la fortaleza,
cuyo autor es Sergio Blanco Rivas (1948-2015), al que muchos recordarán por su faceta
de cantante, en el grupo Mocedades o formando dúo con Estíbaliz, pero que
también fue un excelente escultor.
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