Iniciamos
hoy la descripción de las campanas de la antigua colegiata de Santa María, a la
que ya dedicamos un artículo sobre el campanil existente en el tejado de la
nave. Ahora, abordaremos las de sus dos torres. La que aparece en primer
término en la fotografía es la situada sobre el pórtico y es conocida como
“torre de las campanas”. Al fondo se encuentra la llamada “torre del reloj”.
El grupo más importante
de campanas se encuentra en la primera e iremos describiéndolas de arriba
abajo. Este artículo está dedicado a la “campana de madera” o carraca sobre la
que un comunicante nos pidió que incluyéramos, cosa que ya estaba prevista pues
se trata de una pieza de gran interés.
Está
situada en la parte más alta de la torre, sobre esta campana de bronce conocida
con el nombre de “Don Don”. En la fotografía se puede apreciar la posición de
la carraca sobre el entramado de madera.
Se
trata de una estructura de madera circular que se hace girar, de manera que los
mazos golpean sobre las tablas, produciendo su sonido característico.
Este
es el dispositivo que hace posible el movimiento, tirando de un cabo anudado al
brazo metálico que se ve en la fotografía.
La
campana se encuentra en un aceptable estado de conservación y sería posible
volver a utilizarla con una pequeña reparación de algunos de sus mazos y de
otros elementos.
Como es sabido, en la
Iglesia Católica, tras el canto del Gloria el día de Jueves Santo, dejan de
sonar las campanas hasta el momento en el que vuelve a entonarse el Gloria en
la Vigilia Pascual. Durante ese espacio de tiempo, comprendido entre la tarde del
Jueves Santo y el amanecer del Domingo de Resurrección lo único que suenan son
las carracas o matracas. Durante esos días era cuando se empleaba esta “campana
de madera” que algunos asocian al “Entierro de Cristo”, pues sonaba a la salida
de esta procesión. Pero también se utilizaba para convocar a otras ceremonias
de esos días, como la “Procesión de los Cristos” o el llamado “Sermon de la
bofetada” y los oficios del Viernes Santo.
Este reportaje constituye
una auténtica primicia informativa, dada la dificultad para acceder al lugar
donde se encuentra instalado el “artilugio”. Sólo la especial formación naval
de Enrique Lacleta y sus dotes como fotográfo han hecho posible la obtención de
imágenes de tan excelente calidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario