Hace
ahora un año, con motivo de una visita realizada a Talamantes, publicamos un
comentario en el que manifestábamos nuestra sorpresa por este edificio que se
estaba construyendo en las afueras de la localidad, en un paraje especial
hermoso. Un año después, las obras están casi ultimadas, con el resultado que
puede apreciarse en la fotografía interior.
A
raíz del artículo recibimos numerosos comentarios sobre esta actuación que
muchos consideraban inexplicable. Sin embargo, como ya señalamos en su momento,
las obras contaban con la correspondiente licencia y se ajustaban a la
normativa vigente, pues el terreno es urbano y el edificio no sobrepasa las
tres alturas permitidas. Es cierto que, algunas personas cuestionaban este
último dato pues, como puede apreciarse, sólo con un exceso de “buena voluntad”
se puede admitir que la vivienda no supera ese número.
Pero este año hay una
novedad. A las faldas del castillo, afectando a una de las vistas más
emblemáticas del municipio está surgiendo un nuevo edificio que, también se ajusta
a la normativa, pero que, cuando menos, se aleja mucho de la tipología propia
del lugar y de lo que cabría esperar en un lugar de estas características.
El
contraste con los edificios contiguos es evidente. En el caso de estos se
utilizaron materiales propios de la zona y sus alturas eran razonables.
De
todo ello se deduce que, si las normas urbanísticas permiten estas actuaciones
habrá que cambiarlas. Cualquier persona que haya visitado otros países habrá
tenido ocasión de percatarse del cuidado con el que se actúa en lugares que,
como Talamantes, reúnen unas características ambientales que deberían ser
protegidas.
Para
quienes, a la vista de lo que sucede, se sienten afectados por el desaliento,
podemos recordarles que, recientemente, la Excma. Diputación Provincial ha
realizado una inversión cuantiosa para dotar a todas las comarcas de la
provincia de una plaza de arquitecto con el fin de que los ayuntamientos
cuenten con el debido asesoramiento en estas materias. Es probable, por lo
tanto, que la situación experimente alguna mejoría, bien por acciones directas
o, por lo menos, por lo que en el lenguaje castrense se denominan “efectos
colaterales”.
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