En
la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Tabuenca se conserva este
importante retablo gótico, procedente de la ermita de San Miguel y de los
Santos, que fue restaurado en la década de los 80 del pasado siglo e instalado
en su nuevo emplazamiento. Comoquiera que es una obra poco conocida, hemos
querido comentarla, con las fotografías que ha tenido la amabilidad de
remitirnos Dª Marisa Royo Sanz.
Aunque
ha perdido la mazonería original, conserva sus tres calles y el banco o
predela. Está dedicado a San Miguel, cuya representación ocupa la totalidad de
la calle central, mientras que en las cuatro tablas de las laterales están
representados diversos milagros relacionados con el arcángel.
San
Miguel viste de militar con armadura y manto verde con vueltas rojas. Posa sus
pies sobre el demonio derrotado, al que clava en sus fauces la lanza que porta
en su mano derecha, rematada por una flámula con cruz. En la izquierda sostiene
un escudo en torno al cual existe una frase en latín que no hemos podido leer.
En
las dos tablas de la calle izquierda está representado el milagro del monte
Gárgano, acaecido a finales del siglo V. Esta montaña italiana, situada a
orillas del Adriático, era propiedad de un noble del mismo nombre que había
perdido un hermoso toro de gran valor. Salió a buscarlo personalmente y lo
encontró arrodillado en una cueva inaccesible de la montaña. Ante la
imposibilidad de reducirlo, decidió matarlo con una flecha pero, de manera
sorprendente, la flecha desvió su trayectoria y fue a clavarse en uno de los
ojos del noble. En la tabla superior, puede verse al caballero Gargano en el
momento de disparar la flecha al toro. Consultado el prodigio con el obispo San
Lorenzo Maiorano, éste decidió orar para tratar de interpretarlo y, poco
después, se le apareció el arcángel San Miguel manifestándole que deseaba que
le fuera consagrada la caverna donde se había refugiado el toro. Allí se
dirigió el santo obispo, acompañado de una nutrida comitiva, como aparece en la
tabla inferior, para cumplir lo que había manifestado San Miguel, comprobando
después la total curación del herido.
La
escena superior de la calle derecha representa el combate de los ángeles, tras
la rebelión de una parte de los mismos. Los ángeles leales, capitaneados por
San Miguel, vencen a los rebeldes con Luzbel al frente, siendo arrojados al
infierno, bajo la mirada de Dios, representado en majestad con el orbe en su
mano izquierda.
La
escena inferior corresponde a otro de los milagros de San Miguel. Cuando una
mujer y su hijo se dirigían en peregrinación al célebre santuario francés del
monte de Sant Michel, fueron sorprendidos por la rápida subida de las aguas, poniéndolos
en peligro de perecer. La intervención del arcángel hizo posible su salvación,
llevándolos a tierra firme.
En
el banco aparecen cinco figuras, aunque da la impresión de que la situada a la
derecha es un añadido, ya que no hay continuidad en la representación del
pavimento ni del paramento posterior sobre el que están apoyadas las restantes.
La
primera figura por la izquierda es San Pedro, fácilmente identificable ya que
lleva en su mano derecha las dos llaves que constituyen su atributo personal,
mientras que, con la izquierda, sostiene un libro abierto.
La
siguiente corresponde a Santa María Magdalena, representado como una mujer
joven de larga cabellera rubia que cae sobre sus hombros. En la mano izquierda
lleva el tarro de perfumes con los que ungió a Cristo y en la derecha un
rosario que hace alusión a su vida posterior de penitencia.
Mayores
problemas presenta la identificación de la figura central. Se trata,
indudablemente, de un papa vestido de pontifical y coronado con la tiara,
aunque en ella sólo se han representado dos de las tres coronas que la
caracterizan. Viste capa pluvial y lleva en su mano izquierda un báculo,
elemento que no utilizan los pontífices, mientras que está en actitud de
bendecir con la derecha. A su izquierda, sobre el banco, se encuentra lo que
parece una piedra atada con una soga que llega hasta los pies del papa.
Atendiendo a este atributo, nos inclinamos a pensar que se trata de San
Calixto, Papa entre 217 y 222, que fue martirizado arrojándolo a un pozo con
una rueda de molino atada al cuello. En este caso, la rueda ha sido sustituida
por la piedra.
A
continuación, se encuentra San Sebastián, identificable por el arco y la flecha
que hacen alusión a su martirio. Aunque suele ser representado atado al árbol y
semidesnudo, no es menos frecuente en nuestra zona esta otra imagen en la que
aparece como un caballero, vistiendo ricos ropajes.
Finalmente,
en el extremo derecho se sitúa San Jorge en el momento de alancear al dragón
que se disponía a devorar a la joven que está en oración, sobre su caverna. Un
episodio legendario al que ya hemos hecho alusión, recientemente, en este blog.
Estamos,
por lo tanto, ante una obra de interés en la que lo más importante es el hecho
de que se haya podido preservar y restaurar, formando parte de ese amplio
conjunto de pintura gótica, de mayor o menor calidad, que conserva nuestra
comarca.
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