Sucede con frecuencia que la búsqueda de una determinada publicación lleva aparejada el hallazgo de otras del mismo autor. Así nos ha sucedido con la que comentamos ayer de D. Federico Bordejé, del que hemos encontrado un folleto, publicado en 1934 por la Sociedad Española de Amigos del Arte.
Lleva por
título Rectificaciones históricas. El primitivo castillo del Real de
Manzanares. Se trata de un magistral estudio de esta bella fortaleza, completamente
restaurada en la actualidad, que se alza imponente sobre el embalse de
Santillana.
El trabajo de
D. Federico, a lo largo de sus 32 páginas, viene a desmontar las teorías hasta
entonces vigentes sobre el origen del castillo, documentando la existencia de
otro anterior, sobre el que se construyó el que ahora conocemos.
Pero, queremos
llamar la atención sobre el Ex Libris que aparece en la primera página
que, como se indica al pie, fue realizado en el Santuario de Misericordia de
Borja el 16 de julio de 1933. En él se reúnen un abigarrado conjunto de símbolos
que formaban parte de la personalidad de D. Federico y en los que merece la
pena detenernos.
Está representada
una portada románica con tres arquivoltas y un tímpano con un peculiar crismón,
flanqueado por la cruz de Santiago y la propia firma de Bordejé. Bajo él corre
la leyenda “Sentire, Servire, Suffere, Vita est”, la divisa que adoptó:
Sentir, Servir y Sufrir es mi vida. A ambos lados, en los óculos de la parte
superior se hace constar “El Deber” y “La Lealtad”.
En la pilastra
de la izquierda figuran los nombres de la familia de D. Federico: Petra y Mateo,
sus padres; Carmen, su esposa; y sus hijos Mensabel y Fernando, en los que
quiso recordar a los Reyes Católicos.
En la de la derecha,
aquellos lugares vinculados a su biografía personal: el castillo de la Raya,
Chércoles (donde nació). Bordejé y Las Vicarías, en la provincia de Soria; Borja
y el Santuario de Misericordia (nos llama la atención que añada el artículo “la”),
en la de Zaragoza.
En el centro se
alza un castillo y, bajo él, la ermita del Calvario de Borja, donde dejó las
lápidas de ofrenda de sus hijos y la iglesia parroquial de Chércoles, donde fue
bautizado. Bajo ellos, el emblema del Carmen y la supuesta tumba de la familia
Bordejé.
Más adelante,
un arca con una espada apoyada y la leyenda “Tierras de España”, aludiendo a
los saquitos que, con tierra de Borja y de otros lugares, le acompañaron
siempre en sus viajes. Al otro lado, la representación de una biblioteca, sobre
la que descansa un escudo con las iniciales de los Reyes Católico y la leyenda “Libri
amici sunt”. Entre ambas, puede leerse otros de sus lemas: “Fe, Patria, Ser”.
Completando todo
este abigarrado conjunto de símbolos, una carta que posiblemente alude su profesión
de correo diplomático o a las que escribió dirigidas a “unos muchachos
españoles”; un pergamino en el que está escrito “Vivimos por nuestros muertos”,
expresión del respeto a los antepasados; un tintero con un cálamo; y una pila
de libros de los temas que le interesaron: Filosofía, Psicología, Historia,
Edad Media, Arte general; Arquitectura militar, Prehistoria, Arqueología y coronando
el rimero “Los castillos de España”. Al frente de todo, su nombre: Hermenegildo
Federico de Bordejé Garcés.
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