sábado, 20 de julio de 2024

Paseando junto al Duero hasta San Saturio

 

         Para quienes visitan Soria, un paseo obligado es el que, desde la carretera N-122, conduce hasta la ermita de San Saturio, atravesando primero la antigua iglesia del monasterio templario de San Polo, único resto conservado del mismo.



         Hoy es propiedad particular, convertida en vivienda y rodeada de unos preciosos jardines que causan admiración en quienes discurren a su lado.

 


         Desde San Polo, son unos dos kilómetros los que hay que recorrer hasta llegar a San Saturio, bordeando el Duero, por un camino asfaltado, jalonado por esos árboles a los que se refería Antonio Machado en unos versos que aparecen en la lápida situada al final del recorrido: “Estos chopos del río que acompañan, con el sonido de sus hojas secas, el son del agua cuando el viento sopla, tienen en sus cortezas grabadas iniciales que son nombres de enamorados, cifras que son fechas”.

 


         Y todo ello, junto al río y sus cuidadas márgenes. En la otra orilla hay también un bonito paseo con jardines, que termina en un aparcamiento para autocaravanas, junto al cual se puede pasar a San Saturio por una pasarela. 

  


         Para quienes no conozcan la ermita, les sorprenderá su ubicación excavada en la roca, por el interior de la cual se accede a la parte superior, la del templo propiamente dicho que, en esta ocasión, no pudimos visitar por estar siendo restaurado.

         A la entrada de la gruta puede verse una vidriera que muestra al San Saturio, Patrón de Soria, un santo eremita visigodo que, según la tradición vivió en la cueva, donde recibió la visita del joven San Prudencio, que le pidió vivir con él, teniéndole como maestro.

 


         San Saturio había dedicado uno de los espacios de la cueva a San Miguel, donde fue enterrado, hasta que sus restos fueron llevados a la ermita edificada sobre la roca.

 


         Para el cuidado de la ermita hubo siempre un ermitaño que residía allí donde ahora se han recreado las instalaciones de las que disponían, siendo los encargados de recaudar limosnas para el mantenimiento del templo y su sustento.

 

         La visita, además del interés propio del monumento, representa una inmersión en la poesía de Machado. En otra placa, se reproducen también varios versos de su obra Campos de Soria, referidos a este privilegiado lugar: 

He vuelto a ver los álamos dorados,/ álamos del camino en la ribera/ del Duero, entre San Polo y San Saturio,/ tras las murallas viejas/ de Soria – barbacana/ hacia Aragón, en castellana tierra.”


         Y nada mejor, para despedirnos, que estos preciosos versos de la misma obra: “¡Gentes del alto llano numantino/ que a Dios guardáis como cristianas viejas,/ que el sol de España os llene/ de alegría, de luz y de riqueza!”. Que así sea…


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