viernes, 9 de agosto de 2024

Cuando fue inaugurado el cementerio de Borja

 

         El 9 de agosto de 1832 se inauguró el actual cementerio de Borja, según se hace constar en la lápida que aparece sobre la puerta del antiguo humilladero que fue transformado en capilla. Una lápida que se encuentra en pésimo estado y terminará destruida, aunque disponemos de una transcripción de su texto, realizada cuando aún podía leerse por completo.

 

Era corregidor de Borja D. Julián Calleja, Doctor en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares, que había tomado posesión el 18 de febrero de 1829 y desempeñó este cargo hasta el 8 de diciembre de 1833.

A él le corresponde el mérito de lo que había llegado a convertirse en un grave problema sanitario, dado que, hasta ese momento, los cadáveres eran sepultados en el interior de las parroquias. El aumento de la población y las epidemias desencadenadas hicieron que, en ocasiones, fuera imposible celebrar los cultos en el interior de Santa María, por el hedor que desprendían los carnerarios, siendo preciso trasladar la parroquia a Santo Domingo.

Desde finales del siglo XVIII el Gobierno venía insistiendo en la necesidad de crear cementerios alejados de las poblaciones, pero esa medida era vista con recelo por las autoridades eclesiásticas y muchas personas.

 

         Surgieron finalmente los nuevos cementerios, con la denominación de “Cementerios Católicos” que, en el caso de Borja, eran administrados conjuntamente por el Ayuntamiento y la Iglesia, hasta que bien avanzado el siglo XX, la Iglesia renunció a ese patronato por los gastos que conllevaba. Desde entonces, fue denominado “Cementerio Municipal” y dejó de usarse el cementerio civil anexo en el que eran enterrados los no católicos o los suicidas, entre otros casos (ese recinto aún existe).

         También, por el crecimiento de la población y por cuestiones sanitarias, no son pocos los que propugnan una reconversión de los actuales cementerios que, en algunos casos, han crecido tanto que hacen difícil su expansión (como en Borja). La progresiva aceptación de la incineración y la falta de espacio obligarán, dentro de no mucho tiempo, a abordar la solución de este grave problema, sobre el que ofreceremos una reflexión en un nuevo artículo.


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