jueves, 4 de abril de 2013

El Patrimonio Artístico de Talamantes




            Talamantes perteneció a la Orden del Temple, hasta su extinción. Pasó después a la Orden del Hospital que lo mantuvo hasta el siglo XIX, formando una unidad con Añón, la llamada encomienda de Añón-Talamantes.
            Debido a su ubicación, Talamantes era una posición clave en la Raya aragonesa. De ahí, que fuera encomendada a las órdenes militares y que llegara a contar con tres castillos en su término.




            Dos de ellos se encontraban en las llamadas Peñas de Herrera. Uno era el castillo de Ferrera y el otro el de Ferrellón. El primero era el mayor y fue destruido durante la guerra de los dos Pedros. El segundo, aunque también fue arrasado, continuó en uso posteriormente.



            De ellos han quedado restos excavados en las rocas, entre los que se encuentra un aljibe y lo que parece ser un corredor de acceso.


  
Por otra parte, sobre un cerro, a la entrada de la población, se alzan los restos de este castillo mucho más conocido que constituye uno de los referentes de la localidad. A diferencia de los anteriores, estuvo siempre bajo el control de las órdenes que eran señoras de la localidad.



Es de planta alargada, adaptándose a las características del terreno. Construido en mampostería, tiene un torreón de planta rectangular en el extremo orientado al Moncayo. De él salían dos muros que confluían en el otro lado. El que da a al valle se ha perdido pero se conserva el otro, en el centro del cual existe otro torreón rectangular, de menor tamaño. Probablemente, este modelo se reproduciría en el lienzo desaparecido.



Dentro de su arquitectura religiosa destaca la iglesia parroquial de San Pedro Apótol. El templo actual es fruto de la transformación efectuada en el siglo XVI sobre otra que existía en el mismo lugar, también de planta rectangular, aunque con diferente orientación. Esa iglesia, al igual que ocurre con la mayor parte de los templos cristianos estaba orientada hacia el Este. La puerta de acceso, en arco de medio punto de ladrillo, que aún se conserva cegada, se encontraba en la actual cabecera y el presbiterio en el lado opuesto.



Se desconoce cómo era su cubierta pero, durante las obras de rehabilitación que se llevaron a cabo hace unos años, apareció un importante conjunto de pinturas murales que decoraban el antiguo presbiterio y parte del muro norte. Datadas a mediados del siglo XV, entre los elementos representados destaca una magnífica representación del Juicio Final.



Por causas que se desconocen, en el siglo XVI la iglesia sufrió una importante transformación, siendo elevados sus muros y sustituida la cubierta por una bóveda de crucería estrellada. Sin embargo, lo más curioso es, como se ha señalado, el cambio de orientación.



El acceso se abrió por donde se encontraba el presbiterio, también en arco de medio punto de ladrillo, al que posteriormente se le adosó un sencillo pórtico. En el interior del mismo hay un interesante bajorrelieve con la imagen de San Pedro.



Edificada en mampostería y ladrillo, con contrafuertes exteriores, tiene presbiterio y tres tramos separados por arcos fajones decorados con casetones y motivos florales. Se cubre con bóveda de crucería estrellada.




Adosada al muro sur se encuentra la torre que consta de dos cuerpos. El inferior, de planta cuadrangular, es de mampostería. Sobre él se levantó un segundo cuerpo de ladrillo y planta octogonal para las campanas, con vanos de medio punto en cada una de sus caras. El actual responde a una reinterpretación del original, efectuada por el arquitecto D. Miguel Ángel Bordejé, ya que había sido derribado ante su supuesta ruina.



La ermita de San Miguel, está situada en las afueras de la población, en un pintoresco lugar donde confluyen los barrancos de Valdeherrera y Valdetreviño, es un templo de nave única y ábside semicircular, construida en mampuesto.




Tiene cinco tramos separados por arcos diafragmas apuntados que apoyan sobre pilares de sillería. La cubierta está resuelta a dos aguas con rollizos de madera y jácenas longitudinales. El ábside se cubre con una bóveda de cuarto esfera y, por el exterior, se remata con un alero de doble teja.



El acceso se efectúa por el centro del muro norte, a través de un arco de medio punto de piedra de sillería con baquetones. A los pies existe una pequeña espadaña.
 Se trata de una obra de tipología medieval que fue ampliada con un nuevo tramo en el siglo XVII y, en ese momento, se hizo la portada actual.



Entre los elementos dignos de ser reseñados figuran, también, dos puentes medievales por los que se accede al camino de la ermita de San Miguel.



En las fotografías aparecen en el estado en que se encontraban hace unos años. Uno de ellos, sufrió una importante modificación, al eliminarse los pretiles, para ampliarlo, dotándolo de un nuevo pavimento de hormigón. Queda la estructura antigua, bajo la obra nueva.



Debemos hacer mención, asimismo, al antiguo almacén de la Orden, situado a la entrada de la población y en el que, en una fachada completamente enfoscada, se encuentra las armas de un comendador.
En los próximos días publicaremos un artículo sobre los retablos de la iglesia parroquial, analizando su situación, tras una información aparecida recientemente en Heraldo de Aragón.











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