En el recorrido que, a lo largo de una serie de artículos, estamos
efectuando alternativamente por los museos de Borja, D. Isidro Aguilera Aragón
nos comenta hoy los contenidos de la segunda vitrina del Museo Arqueológico.
En entregas anteriores nos había hablado de los
testimonios conservados del Paleolítico inferior y medio en la primera de las
vitrinas. Es importante destacar que, por ahora, no tenemos vestigios del ser
humano en el valle del Huecha durante el Paleolítico superior (a excepción del
uro grabado en un abrigo en Tabuenca) y
el Epipaleolítico. No quiere decir que no hubiera presencia humana, sino que ésta
debió de ser escasa y sus huellas esquivas, de momento, a la prospección
arqueológica. Tampoco el Neolítico es pródigo en hallazgos, a excepción de
alguna cerámica en Ambel y restos de unos hogares en Magallón. Por ello, hay
que esperar hasta el comienzo de la
Edad de los Metales, al periodo llamado Calcolítico para
encontrar una verdadera explosión de asentamientos que pueden fecharse entre el
año 2300 al 1850 antes de Cristo.
Desde el punto de vista material se caracteriza por la presencia de una
cerámica decorada prototípica: el vaso campaniforme y por encontrarnos con los
primeros utensilios de metal hechos de cobre, como puntas de flecha de un tipo muy
concreto llamado “Palmela”, punzones biapuntados y cuchillos con lengüeta.
Pero la presencia de metal es escasa y aún se
siguen empleando sílex tallado y hachas de piedra pulimentada. Dada esta
riqueza es lógico que tengamos una vitrina dedicada por completo al Calcolítico
en nuestro Museo Arqueológico.
Los yacimientos se agrupan en dos áreas: La Muela de Borja y el curso
medio del Huecha, entre Borja y Bisimbre. Hay que añadir una excepcional pieza,
un vaso campaniforme marítimo completo,
encontrado en Mallén y que se expone en el Museo de Zaragoza, pieza a la
que dedicaremos próximamente una entrada en este blog.
El Calcolítico es una etapa de amplios contactos como lo demuestran las
similitudes de ajuares entre puntos muy alejados. Como ha quedado dicho, la
cerámica campaniforme es el fósil director de este periodo. Tenemos dos tipos
en nuestra comarca, el más antiguo llamado Marítimo o Internacional al que
pertenecen el vaso de Mallén y varios fragmentos de Moncín. El segundo tipo,
algo más moderno, es el Inciso-Impreso o Ciempozuelos, del cual hay diversos
yacimientos en la zona, desde el propio Moncín hasta algunos entre Magallón,
Agón y Bisimbre o el poblado ubicado en el inexpugnable cerro de la Cogullota (Borja). Pieza
excepcional es la cazuela de Los Abrigaños, yacimiento de Bisimbre,
prácticamente destruido por una escombrera moderna.
Se trata de pequeñas comunidades agrícolas que se ubican tanto en suaves
lomas, como en elevados cerros de gran valor estratégico, así como en cuevas y
abrigos rocosos. El yacimiento borjano de Moncín fue excavado durante diez años
por un equipo hispano-británico y ha
ofrecido muchos indicios sobre el Calcolítico regional. De ahí podemos extrapolar datos, como los
relativos al cultivo extensivo de trigo y cebada, la cría de ovejas, cabras,
vacas y sobre todo caballos; la caza intensiva de ciervos y linces. Poco
sabemos de sus rituales funerarios, por hallazgos en áreas vecinas conocemos
que los muertos eran inhumados individualmente o en pequeños grupos, cerca de
los poblados, acompañados de un ajuar de cerámicas, metal y elementos líticos.
Sin solución de continuidad esta etapa enlaza con
el periodo llamado la Edad
del Bronce al que nuestro museo dedica dos vitrinas.
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