viernes, 19 de junio de 2015

Natividad Zaro: una borjana olvidada en su ciudad natal


            Para la mayor parte de los actuales vecinos de Borja, el nombre de Natividad Zaro Casanova es completamente desconocido, a pesar de ser una mujer que destacó en diversos campos de la Cultura en épocas relativamente recientes. Félix Romeo quiso escribir su biografía, aunque el proyecto quedó truncado por su prematura desaparición. No obstante, se ocuparon de ella Antón Castro, Mariano García y Juan Villalba en sus respectivos blogs. Este último llegó a dedicarle una serie de siete artículos. Su faceta teatral fue destacada en “La fábrica de la memoria”, un proyecto dedicado a la recuperación de la memoria de las mujeres, del que procede la fotografía precedente.
            Nosotros la incluimos en nuestro Diccionario Biográfico, donde se indicaba que había nacido en Borja en 1905. La fecha de su nacimiento es objeto de cierta controversia y, por ejemplo, Juan Villalba se decantaba por el año 1909. El problema sería fácil de resolver ya que, sin ningún género de dudas, vino al mundo en nuestra ciudad, de donde eran tanto su padre como su madre, pertenecientes a familias que todavía perduran aquí. El padre era el Jefe de la Oficina de Correos de Borja y Nati, como siempre fue conocida, cursó sus primeros estudios en el colegio de Santa Ana. De hecho, en 1926, tras abandonar sus estudios de Filosofía y Letras, aprobó las oposiciones para el Cuerpo de Auxiliares de Correos y Telégrafos, en el que su permanencia fue muy corta ya que la joven borjana decidió seguir su vocación de actriz.

            Siendo muy niña ya había destacado en Borja, como recitadora de poesía. Mariano García recordaba que Heraldo de Aragón se había hecho eco de sus primeros pasos sobre los escenarios.



Eugenio Montes

            Sus inquietudes le llevaron a Madrid, donde se instaló antes que el resto de la familia, probablemente para cursar la carrera que, como hemos dicho, abandonó después de haber estado matriculada durante cuatro años. Durante aquel tiempo, solía acudir a las tertulias que protagonizaban los principales intelectuales del momento. En la de Valle-Inclán conoció a Lorca, Buñuel y al que sería su compañero el resto de su vida, Eugenio Montes. Es probable que fuera allí también donde mostrara sus habilidades como recitadora a César González Ruano que fue su mentor inicial y con quien debutó en la Unión Iberoamericana, recitando poemas de Gabriela Mistral y Dulce María Loynaz, entre otras grandes escritoras americanas. 



            El éxito alcanzado le permitió multiplicar sus actuaciones a lo largo del año 1927, preparando el salto al mundo del teatro que era lo que realmente le interesaba. Su descubridor fue Cipriano Rivas Cherif quien quedó cautivado por la belleza de Nati. Este destacado hombre de letras que, por otra parte, era cuñado de D. Manuel Azaña, acababa de superar una crisis personal y una enfermedad y, con el apoyo de Nati y de otras personas puso en marcha un nuevo proyecto de teatro experimental con la creación de la compañía de “El Caracol” que, como comentaba Nati en una entrevista al Heraldo de Aragón, estaba “bien orientada por Azorín y otros intelectuales, ávidos de introducir modernidad a nuestro teatro”. 



            La vida de la compañía fue efímera ya que fue clausurada por la policía el 6 de febrero de 1929. Sin embargo, el éxito alcanzado por Nati le permitió integrarse como primera actriz en la compañía del acto Manrique Gil. De esa época es la conocida anécdota de su intento de representar a Don Juan en el Tenorio, pues el papel de Doña Inés la parecía poco rompedor. No pudo conseguirlo, pues su atrevimiento fue vetado por las autoridades, a pesar de que habían anunciado su presencia en el teatro D. Gregorio Marañón y D. Luis Jiménez de Asúa, entre otras personalidades del momento.



            También formó parte de las compañías del Teatro Muñoz Seca y del Teatro Español, aunque su actividad superó los límites de la escena, al ser también autora de obras teatrales propias como Hombre en tres espejos, Jugando a los fantasmas y También la guerra es dulce, con la que ganó un Accesit al Premio Teatro Lara. 




            Además, tradujo y adaptó obras de otras autores en diferentes etapas de su vida. En la revisión que hemos efectuado, intentando adquirirlas, hemos tenido conocimiento de su intervención en las siguientes: Todo en el jardín, de Edward Albee; Entertaining Mr Sloane, de Joe Orton el famoso escritor homosexual inglés que murió asesinado por su compañero. La obra se tradujo como El realquilado. Del napolitano Eduardo de Filippo, otra de las grandes figuras del teatro del siglo XX y senador de la República italiana, al que conoció en Roma, Nati tradujo Ciao, Antonio Barracano, mientras que del escritor norteamericano Sam Locke adaptó La mujer del cabello rojo, una de sus obras de mayor éxito, pues se representó en teatros de todo el mundo durante más de 30 años.
            Nati tampoco fue ajena al mundo de la televisión, para el que trabajó adaptando algunas obras como La ciudad muerta de Gabriele D'Annunzio o La profesión de la señora Warren del Premio Nobel George Bernard Shaw. Su importantísima relación con el cine será objeto de atención en otro artículo.


Eugenio Montes a la izquierda con Rafael Sánchez Mazas y Raimundo Fernández Cuesta (Medalla de Oro de la ciudad de Borja)

            Terminaremos aquí con una alusión al que, como hemos señalado, fue su compañero durante buena parte de su vida y con el que contrajo matrimonio tras el fallecimiento de su primera esposa: Eugenio Montes. De él se pueden resaltar muchas cosas, desde su participación en la fundación de Falange Española hasta su pasión por el periodismo, al que llevó a cotas difícilmente alcanzables, pues Eugenio Montes fue un maestro en el empleo del idioma. Corresponsal en diversas capitales europeas, su recuerdo está unido a Roma, donde vivió mucho tiempo con Nati, a la que sobrevivió cuatro años, pues murió el 28 de octubre de 1982, mientras que nuestra ilustre paisana falleció en 1978.
            Es probable que quien, sin excesivo conocimiento de uno y otro personaje, se acerque a la figura de Natividad Zaro pueda encasillarla dentro de una determinada  opción política, cuando nada se aleja más de la realidad ya que Nati fue una luchadora durante toda su vida, una mujer que se abrió paso en un mundo que, todavía, era excesivamente masculino y en el que abrió nuevas vías, en algunos casos luchando contra corriente en el ámbito personal y en el profesional. Lo veremos, de manera llamativa, al tratar de su relación con el mundo del cine.

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