En
Maleján hubo un palacio islámico de singular importancia, de cuyo origen y
dependencia no existen datos fiables. Tras la Reconquista, pasó a ser un
enclave habitado por musulmanes, dentro de los términos de la ciudad de Borja,
de la que siempre fue un barrio, sobre el que ejercía la plena jurisdicción,
aunque, desde comienzos del siglo XIII se estructuró como un señorío, primero
eclesiástico y, posteriormente, laico.
En
1205, Pedro II lo donó al monasterio francés de Santa María de Rocamador (en la
región de Midi-Pyrénées), donde se venera una milagrosa imagen de la Virgen. Al
año siguiente, el citado monasterio lo vendió al de Veruela, que lo mantuvo en
su poder hasta que, el 16 de agosto de 1407, el abad fray Antonio de Sijena lo vendió a Juan de
Moncayo. En la orden del Císter las ventas de posesiones estaban prohibidas,
por lo que esta enajenación planteó numerosos problemas, teniendo que
intervenir el papa Benedicto XIII.
En
1464 lo compró Bernat de las Foyas, pasando después a ser propiedad de la
familia Coscón, a través de la cual pasó a los Reus y, posteriormente, a los
condes de Fuenclara que lo mantuvieron hasta el siglo XIX. Tras la extinción de
los señoríos se conformó como municipio independiente, aunque con la particularidad
de que es uno de los raros casos que carecen de término municipal, quedando
circunscrito a los límites del antiguo casco urbano, como un enclave dentro del
de Borja.
Del
antiguo palacio musulmán se
conservaron, hasta el siglo XX, restos tan importantes como este magnífico arco
que fue destruido por sus propietarios. Hace unos años aparecieron algunos
restos del mismo en la casa donde se ubicaba, lo que hizo posible la
publicación por el Prof. D. Bernabé
Cabañero en la que, por la riqueza de estos materiales, sugiere la posibilidad
de que fuera mandado construir por uno de los monarcas de la taifa zaragozana y
que el arco, lamentablemente desparecido, perteneciera a la mezquita u oratorio
del mismo.
Debió ser de considerables proporciones y del
mismo formó parte, probablemente, este torreón de sillares situado junto a la
plaza de la iglesia.
Dentro del mismo se levantó,
posteriormente, el palacio de los señores de la localidad. Su fachada principal, junto
a la iglesia, es de ladrillo y muy sencilla.
En ella se conservan las armas de
algún miembro de la familia Coscón que mandó construirlo y que, habitualmente,
se relaciona con D. Dionís de Coscón.
Mucho mayor altura tiene la fachada,
construida en mampuesto revocado, orientada hacia el cauce del Huecha y con una magnífica vista desde el contiguo "balcón de Maleján".
En ella se encuentra este arco de medio punto en ladrillo que ha sido
considerado una puerta de acceso al mismo, aunque junto a él aparece otro de
las mismas características que permanece oculto por una tapia, por lo que da la
impresión de que hubo allí un porche abierto.
Junto al palacio y
englobada por el mismo se levanta la actual iglesia parroquial de Nuestra
Señora de la Visitación. Cuando, en 1526, el emperador Carlos V ordenó la
conversión forzosa de los moriscos, se hizo necesario edificar un templo para
esos nuevos cristianos. A diferencia de otros casos, en el entorno de Borja no
fueron aprovechadas las antiguas mezquitas que terminaron convertidas en
almacenes, como sucedió en Albeta, o destruidas para edificar casas, como en
Bulbuente.
La nueva situación tuvo graves
consecuencias para Borja ya que se vio obligada a levantar parroquias en sus
barrios de Albeta, Maleján y Rivas. Ante la falta de recursos, se resistió a
ello durante varios años, lo que dio lugar a que, en 1557, el visitador del
obispado dictara un interdicto contra las tres parroquias de la ciudad, una
grave medida disciplinaria que interrumpía el culto en ellas.
Dos años antes, el concejo había decidido
encargar su construcción a Alonso González, un importante artista plástico que
residía en Borja, donde contrajo matrimonio y donde su hermano Isidoro ejercía
como médico. Alonso González es considerado uno de los más importantes artistas
aragoneses de la segunda mitad del siglo XVI. Fue el autor de las pinturas
murales del ábside de la catedral de Tarazona, ahora restauradas, y de finos
trabajos en yeso. Sin embargo, su experiencia como arquitecto era nula y no
pudo llevar a cabo el trabajo encomendado ni en Albeta, ni en Rivas.
Decidió realizar la iglesia de
Maleján y no cabe duda de que fue el autor del proyecto. Sin embargo, aunque
las obras dieron comienzo en 1557, cuando murió a finales de 1564 no estaba
terminada. Su hermano Isidoro, como avalista, tuvo que encomendar la
continuación de los trabajos al maestro Juan de Segura que fue quien la
terminó.
La iglesia, como hemos señalado,
está adosada al palacio y la única parte exenta corresponde al ábside, construido
en mampuesto reforzado con hiladas de ladrillo y contrafuertes en el arranque
de las naves.
El interior es de nave única de dos tramos, cubiertos con bóveda de terceletes con las claves de yeso, decoradas con grutescos. Un entablamento recorre toda la nave, incluido el ábside, que descansa en pilastras cajeadas en la embocadura del presbiterio. Éste se cubre con una bóveda en forma de concha avenerada, realizada más tarde, y se abre a la nave mediante un arco triunfal cuyo intradós está decorado con casetones y rosetas.
A los pies se dispone el coro, reforzado por un pilar central
cilíndrico. El interior se ilumina
mediante vanos de medio punto a cada lado del primer tramo y con un óculo
circular en el hastial.
Tiene dos capillas. La del muro sur
es de planta cuadrada y se cubre con una cúpula de lunetos sobre pechinas. La
del muro norte abierta con un arco de medio punto, se cubre con crucería
estrellada de terceletes y se dispone en la parte inferior de un antiguo
torreón.
En la primera se venera una
interesante imagen de Cristo crucificado sobre la que volveremos en otro
artículo, dados los notables paralelismos que presenta con otras similares de
nuestra zona.
El acceso al templo se
realiza por el tramo final del lado norte y está resuelto mediante una estrecha
fachada de ladrillo y mampuesto, en cuya parte inferior se encuentra la portada
de medio punto. Sobre ella otros tres cuerpos. El primero con un arco de medio
punto ciego en el que, como si fuera una hornacina se ha colocado ahora una
imagen; vano para campanas en el segundo y el tercero que adopta forma de
espadaña.
La iglesia ha sido restaurada
recientemente y, en estos momentos, se está ultimando la realización del
inventario de las obras de arte que conserva, el cual será publicado por el
Centro de Estudios Borjanos este mismo año.
Manuel, te has dejado de poner el nombre del abad que vendió Maleján en 1407. Sólo pone "D."
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