miércoles, 13 de febrero de 2013

La casa palacio de los Nogués en Borja



            Una de los edificios más interesantes que se conservan en Borja es la casa palacio de los Nogués, de la que ofrecemos esta imagen, no demasiado lejana, en la que se puede ver la espléndida galería que se abría a un cuidado jardín. Lamentablemente, tras varios años de abandono, la situación es muy diferente. 




            Los Nogués son una familia hidalga, establecida desde antiguo en nuestra ciudad. Desde que se crearon los registros bautismales, en el siglo XVI, aparecen miembros de la misma. Uno de los primeros documentados es Juan Nogués que, hacia 1580, contrajo matrimonio con Gracia Alonso. Su antigua casa se encontraba en la calle de la Concepción, en cuya fachada aparecía la piedra armera que, en 1932, dibujó D. Federico Bordejé. Era de “piedra obscura”, posiblemente de pizarra, y para entonces ya se encontraba muy deteriorada, con el yelmo roto y la leyenda ilegible.



            En el siglo XIX, la rama primogénita de la familia adquirió una de las “casas grandes” de los Lajusticia que daba a la calle que, entonces, se llamaba de Santo Domingo y, en la actualidad, de Costa. Fue restaurada tras la guerra civil, adoptando la forma en que ha llegado hasta nosotros.



            En ella destaca esa amplia galería a la que hemos hecho referencia, con 6 columnas toscanas, con paramentos alicatados en su interior y carpintería de lamas. La fábrica de la misma está adosada al cuerpo de la casa, cubriéndose con una cubierta hacia el jardín, aunque las dos vertientes del edificio principal, dan la impresión óptica, desde lejos, de estar rematada por un frontón triangular. El deterioro es evidente en muchos de los elementos que la conforman.



           La fachada principal se abre a la calle Costa. La planta baja es de sillar con cuatro vanos adintelados y, en uno de sus extremos, la gran puerta de acceso, enmarcada por sillares.



            En sus dos hojas de madera había sendos llamadores, con figuras de dragón, que no hace mucho tiempo intentaron robar. Sorprendidos “in fraganti” los expoliadores, fueron juzgados por este hecho y recuperadas estas piezas que no volvieron a ser colocadas en su lugar.




            La planta principal está revocada y en ella se abren otros cuatro vanos rectangulares que se abren a unos balcones con soportes y pletinas metálicas. Originalmente, estaban cerrados con carpintería de lamas como la que hemos visto en la galería pero, en 1982, cuando la casa fue sometida a la última restauración, fueron sustituidos por persianas de plástico.



            En esa misma fachada se encuentra este escudo con las armas de la familia que son: En el 1º y 4º cuartel, un nogal de sinople en campo de oro; en el 2º y 3º banderas cargadas, cada una, de tres flores de lis sobre campos de azur y de gules, respectivamente.



    
        Tan interesante como el edificio era el jardín, con pérgolas, bancos y fuentes de azulejería. De sus árboles y plantas aún quedan restos importantes, así como de algunos elementos de su infraestructura. Hay que señalar que este jardín goza de protección especial por sus características.



      
        Su superficie inicial era mayor que, en la actualidad, pues la tapia que lo cerraba con pilastras rematadas en bolas de piedra, llegaba hasta la fonda del Comercio, en la plaza de Santo Domingo, de la que estaba separado únicamente por una pequeña calleja que daba entrada a los huertos allí existentes. La gran puerta de acceso al jardín se abría entonces a la calle de Costa. Cuando se abrió la calle Braulio Foz, se le amputó una amplia franja, trasladando la puerta a esa nueva vía.



            Poco a poco, tras la muerte de sus últimos propietarios, se fue apagando el esplendor de este importante palacio en cuyo interior se conservan restos del antiguo edificio de los Lajusticia, entre ellos el patio interior, una capilla con frescos del siglo XVII y otros elementos de interés.












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