domingo, 17 de marzo de 2013

Cuando el dance de Cortes se representó en Mallén



            Acabamos de recibir el último número de la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, en el que se incluye un artículo de Maite Lostado Martín, sobre “El paloteado de Cortes”.
            En él se hace referencia a la estructura del mismo que, al igual que otros de la Ribera de Navarra, tiene una estrecha relación con los de nuestra zona. De hecho, la autora cita, entre sus referencias, al libro de Carlos  Castán, sobre el dance de Albeta, publicado por nuestro Centro.




            Pero, especial interés tiene la cita a esta obra de Iván Heredia y Guillermo Carranza, sobre el notario D. Vicente Pérez Petinto, en la que se incluía la noticia de que, en 1804, el dance de Cortes se representó en Mallén. El citado notario solía incluir en sus protocolos algunas reseñas sobre los acontecimientos más importantes que, en aquellos momentos, se vivían en la población. Por este motivo, constituye una fuente de gran interés para el conocimiento de la pequeña historia local del municipio.



            Por ese motivo, en 1804, escribió que “aunque parezca ociosidad, no dejaré decir por cosa extraordinaria” las circunstancias por las que los vecinos de Cortes tuvieron que representar en Mallén el dance en honor a su patrón San Miguel.
            Al parecer, cuando tenían todo preparado en Cortes, “el Señor Alcalde de la Villa, por justos motivos que tenía” no les permitió llevarlo a cabo, por lo que se trasladaron a Mallén, donde “en atención a la buena armonía que se profesa entre ambos pueblos” no sólo pudieron hacerlo, sino que también se corrieron novillos en la plaza, dos de ellos de muerte. Los de Cortes, vestidos de toreros, “los torearon y picaron con el mayor primor, matándolos tan bien como “si hubiesen sido del oficio”. Merece la pena leer esa crónica y todas las incluidas en el libro que comentamos.




            Como también hay que visitar Cortes, una localidad tan vinculada históricamente a nosotros, no sólo por el legendario “escachamatas”, sino porque comparte muchos rasgos comunes, como los de su arquitectura plasmada en notables edificios, algunos lamentablemente desaparecidos, realizados por los mismos alarifes. De hecho, Antón de Veoxa trabajó en la iglesia parroquial de Cortes.




            Tan sólo la visita a su extraordinario castillo, justifica el desplazamiento. El edificio es, ahora, de propiedad municipal y sus jardines han sido acondicionados como parque público, con múltiples alicientes.




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