La
existencia de un importante fondo de fotografías, como el existente en los
archivos del Centro de Estudios Borjanos, nos permite documentar el estado y la
evolución de alguno de los edificios más importantes de nuestra ciudad. Uno de
ellos es la Casa Consistorial, sobre la que hoy queremos mostrar el estado en
que se encontraba antes de que fuera abandonada y que, posteriormente, se
acometieran las obras de reforma que dieron lugar a la situación actual.
Para
ello, utilizaremos imágenes en color, procedentes del fondo de diapositivas que
estamos escaneando y en blanco y negro. A través de ellas, puede verse la
fachada principal, enlucida y pintada de blanco, mientras que la posterior se
conservaba en el estado original, así como su alero, cuyas características se
aprecian perfectamente en esta fotografía.
Este
era el aspecto que presentaba el patio principal, cuyas paredes estaban
revestidas con placas imitando madera. También puede verse el arranque de la
escalera con una falsa columna de madera, donde posteriormente apareció la
jamba de piedra de la antigua portada (pues la parte anterior era una lonja
abierta).
Desde
el patio se accedía a las oficinas generales, que ofrecían este aspecto y en
las que aparece trabajando D. Luis Litago.
A la
derecha del patio se encontraba la oficina de Intervención, más reducida, pero
no menos confortable, en la que podemos ver al Interventor D. Emiliano Bonel y
a D. Francisco Castellot que no trabajaba en ellas, sino en las oficinas
generales, pues este destino correspondía a D. Ramón Borobia.
Al
fondo del patio estaba el “cuartelillo” de la Policía Municipal. A la puerta
del mismo está el guardia Sr. Bellido y, en esta otra imagen se aprecia el
estado de su interior, con la imagen del Ángel Custodio, tras la mesa, ya que
era su Patrón, luego reemplazado por San Luis Gonzaga, por causas que suponemos.
El
final de la escalera desembocaba en un descansillo, decorado con dos falsos
arcos conopiales y, por el mismo, se accedía al Salón de San Roque, a las
plantas superiores y a los despachos de Secretaría y Alcaldía, en este caso a
través del arco situado a la izquierda.
El
Salón de San Roque, concebido como sala de respeto del Salón de Reyes, al que
se accedía por esta doble puerta de casetones, era utilizado también para las
reuniones de la Comisión Permanente de la corporación. Para ello, disponía de
una mesa que es la que, ahora, se encuentra en el patio y que tiene indudable
valor, así como el magnífico armario del siglo XVII que cubría el frente de
este salón y que desapareció durante la reforma.
Al
Salón de Reyes y a su decoración ya nos hemos referido en ocasiones anteriores.
Tan sólo queremos señalar la existencia de una pequeña puerta, oculta por la decoración,
junto al estrado, a través de la cual se entraba al espacio anterior a la
Alcaldía. Asimismo, había otra comunicación con una pequeña dependencia,
situada tras la Sala de San Roque en la que se encontraba el Archivo Histórico.
El
pequeño arco al que hemos aludido daba paso a un reducido distribuidor a la
izquierda del cual se encontraba el despacho del Sr. Alcalde. Este espacio
había sido remodelado y decorado, durante el mandato de D. Jesús Pellicer que
fue quien adquirió un conjunto de muebles de calidad para el mismo. Como
elementos de decoración fundamentales estaba el retrato que el cardenal Casanova
regaló para este lugar y a ambos lados de la mesa, sendas repisas con las
imágenes de los Santos votados de la ciudad, San Roque y San Juanico.
Completaban la decoración varios lienzos del pintor D. Juan Ángel Gómez Alarcón
(antiguo Juez de Primera Instancia de Borja), adquiridos por D. Jesús Pellicer
en la primera exposición que realizó, tras su regreso del exilio y que el
propio Alcalde había organizado en Zaragoza.
En una
minúscula dependencia, situada entre la Alcaldía y el Salón de Reyes (debemos
recordar que la orientación de éste era contraria a la actual), trabajaba el
recordado Secretario D. Francisco Palacio Dieste.
Por esta escalera se
llegaba a una entreplanta en la que tenía su vivienda el Portero D. Antonio Merle,
que fue quien nos acompañó durante la realización de este reportaje,
permitiéndonos fotografiar su casa para que quedara constancia de sus condiciones
de habitabilidad.
A
través de esta otra escalera, se llegaba a los “balconcillos”, nombre con el
que era conocida la planta superior del edificio, diáfana en buena medida y con
los calabozos emplazados en la fachada que da a la calle de Carreteros. Es una
lástima que no hayamos localizado la vista general de este espacio, pero sí
conservamos las del interior de los calabozos, ya en desuso, donde estaba
ubicado el Archivo Administrativo del Ayuntamiento.
En la
parte anterior había un pequeño cubículo, tras el arco central, para albergar
la maquinaria del reloj que, entonces, cuidaba D. Joaquín Irache. Ahora, todo
ha cambiado y la campana del mismo está inservible, de manera que lo que se
escucha es el sonido grabado a través de un altavoz. En cualquier caso, y a la
vista de las imágenes, tampoco nos atreveríamos a afirmar que “cualquier tiempo
pasado fue mejor”.
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