En
este día tan señalado, desde el punto de vista religioso y también cultural,
pues no en vano nuestra civilización se asienta sobre unas raíces y una
tradición que arrancan de ese humilde portal de Belén, queremos transmitir a
nuestros lectores un mensaje de felicitación, ilustrado con una de las joyas
del Museo de la Colegiata de Borja.
Que el
canto de los coros angélicos resuene en nuestros corazones en toda su auténtica
dimensión: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz”, sobre todo cuando
tan necesitados estamos de ella.
Ser
receptivos a ese mensaje significa encaminar nuestros pasos hacia el portal,
como hicieron los pastores en aquella primera Navidad, llevando nuestros
regalos, por modestos que ellos sean.
En
Belén también se puede estar presente de una manera pasiva, como el buey y la
mula, aunque no debemos infravalorar su contribución, llevando hasta allí a la
Madre y dando calor al Niño que acababa de nacer.
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