Fueron los Dres. D. Isidro Aguilera Aragón y Dª. Fernanda Blasco Sancho quienes, en 1998, encontraron en la cueva de Valdearcos, situada en el término municipal de Tabuenca, un grabado prehistórico, lo que hizo posible la declaración de la citada cueva, como Bien de Interés Cultural, por el Gobierno de Aragón, el 8 de marzo de 2002.
El grabado constituye una muestra de la
producción artística de los hombres que habitaron esta zona en el Paleolítico
Superior y, como datación, sus descubridores proponían una horquilla de entre
15.000 y 18.000 años antes de nuestra era.
Hasta hace pocos años no se había
encontrado ningún testimonio de esta remota época. Primero apareció un arpón de
hueso en la cueva Bolichera de Calcena y, posteriormente, se encontraron unas
sencillas pinturas rupestres en otra cueva de esa localidad.
Pero, sin duda, el hallazgo de Tabuenca
reviste especial importancia. En él está representado el perfil de un bóvido
que, sin duda, es un uro. Estos animales eran toros salvajes de largos cuernos
que habitaron en Europa durante un largo período y cuyos últimos ejemplares se
extinguieron en Polonia, en el siglo XVII.
El grabado tiene una longitud de 60 cm y
una altura de 37,5 más la cornamenta. En la silueta conservada se aprecia,
únicamente, la parte superior del animal, sin que aparezcan representados las
patas y la parte inferior del vientre. Es un dibujo muy esquemático en el que
llama la atención un par de trazos rectos en la cabeza que han sido interpretados
como dardos clavados. De ahí que se haya relacionado con ritos de caza u otras
ceremonias propiciatorias.
El hallazgo abre la posibilidad de que, en
algún momento, pueda llegar a encontrarse un yacimiento de esa época lo que,
como señalan los autores, sería de gran importancia para conocer la vida del Homo
Sapiens en nuestra zona, durante esa época.




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