Durante nuestra visita al monasterio de Silos, algunos de los participantes en el Congreso de Europae Thesauri mostraron especial interés en fotografiar ese ciprés cantado por Gerardo Diego. Nos contaron que esos versos, que tantas veces hemos recitado, se enseñaban también en las escuelas francesas y lo demostraron repitiendo el precioso soneto, cuyo primer verso “Enhiesto surtidor de sombra y sueño”, posiblemente ya no conocen nuestros jóvenes estudiantes.
Nos sorprendió
el cuidado jardín, con bien trazados arriates en el interior del claustro, dado
que no los recordábamos de visitas de antaño.
También les interesó
mucho la botica del monasterio que, en realidad, es una recreación llevada a
cabo en un lugar diferente al que ocupaba anteriormente.
Todos sus
materiales estuvieron a punto de desaparecer, pero, en 1927, D. Juan de Aguirre
y Achútegui, los adquirió a D. Octavio Castrillo, cuando iban a ser llevados al
extranjero, donándolos al monasterio que, por otra parte, entre 1957 y 1967,
recuperó varios anaqueles, albarelos y cajonería.
Junto con ese
peculiar laboratorio para la preparación de remedios medicinales, destaca una
biblioteca de más de 400 ejemplares, recuperada en 1919, por el monje P. Daniel
Palomero, que era pariente del último boticario de Silos, el P. Francisco
Palomero. Entre sus ejemplares, se muestra la obra De materia medica, de
Pedacio Dioscórides, un precedente de las modernas farmacopeas, que estuvo en
uso desde la antigüedad clásica hasta época contemporánea.
El botamen está
integrado por unos cuatrocientos albarelos, fabricados en Talavera de la Reina,
con el escudo del monasterio. Se conservan en anaqueles y cajoneras del siglo
XVIII.
En resumen, un
interesante conjunto, exponente de una botica monástica en la que elaboraban
los remedios, tanto para los propios monjes, como para los habitantes de las
localidades que dependían del monasterio.










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