Fuendejalón
estuvo vinculado a la Orden de San Juan de Jerusalén, prácticamente, desde los
momentos posteriores a la Reconquista. En 1185 está documentada la donación a
la orden, por parte de Sancha de Bureta, de la mitad de la población que le
pertenecía “para la redención del alma de su esposo, de la suya y la de sus
padres”. El 29 de junio de 1257, Constanza, madre del ricohombre Pedro Maza,
entregó al castellán de Amposta el castillo y lugar de Fuendejalón, aunque
manteniendo el usufructo vitalicio. Posteriormente, el lugar se integró en la
encomienda de Mallén de la que formó parte hasta el siglo XIX.
De
hecho, el monumento más importante, que es la iglesia parroquial de San Juan
Bautista, guarda relación con este pasado, ya que está dedicada al patrón de la
orden. Su construcción comenzó en 1597, siendo terminada en 1610. Dispone de un
basamento de sillares, sobre el que se levantó el resto de la obra en
mampostería. El empleo del ladrillo quedó circunscrito al alero.
De
planta rectangular con un ábside poligonal, se cubre con bóveda estrellada.
Tiene cuatro tramos, con el coro a los pies.
En cada tramo se abren
capillas a ambos lados por medio de un arco de medio punto con el intradós
decorado con casetones que llevan pinjantes en su centro, al gusto
renacentista. La nave se iluminaba por unos óculos en el interior de las
capillas y un vano rectangular con arco
de medio punto en cada tramo, por encima del friso que recorre el interior.
Están decorados con jambas de casetones y querubines en el centro de los
mismos.
Al
exterior se advierten los contrafuertes entre los cuales se disponen las
linternas de ladrillo que fueron construidas para iluminar las capillas, al
quedar cegados los óculos por los retablos que se colocaron en ellas.
La
portada de acceso está situado en el tercer tramo del muro Norte y es un arco
de medio punto entre pilastras toscanas que da acceso a un pequeño pórtico
sobre cubierta se dispone una pequeña hornacina flanqueada por pilastras y con
frontón triangular.
La
torre, de planta cuadrangular y situada a los pies de la nave, tiene dos partes
claramente diferenciadas. La inferior, coetánea a la construcción del templo,
es de mampuesto, sin vanos. La superior, de ladrillo, tiene tres cuerpos,
separados por cornisas. El inferior es ciego, mientras que los superiores
poseen dos vanos en cada uno de sus lados.
Recientemente ha sido restaurado el chapitel y el tambor sobre el que se
asienta.
Entre
las obras de arte conservadas en el templo, destaca su gran retablo renacentista,
de finales del siglo XVI, aunque son también interesantes otros varios y el órgano de 1721 que, en 1983, fue restaurado por la
Diputación Provincial.
La ermita de la Virgen del Castillo toma su nombre de la fortaleza que
hubo en el lugar donde se levanta, probablemente de origen musulmán, ampliado
tras la Reconquista. Junto a él se edificó el primer templo cristiano que fue
la parroquia de la localidad hasta la construcción de la actual, a finales del
siglo XVI. En la antigua iglesia siguió siendo venerada una imagen románica de
la Virgen y, en 1705, se iniciaron las obras de la nueva ermita que fue
terminada ocho años después.
Se trata de un templo de dimensiones
mucho mayores que las de una simple ermita perdida en el campo. En este caso,
estamos ante un edificio de planta de cruz latina con cabecera recta que, en el
crucero tiene una cúpula ciega sobre pechinas. La nave de cuatro tramos se
cubre con bóveda de lunetos. A ambos lados de los tres primeros tramos se abren
capillas, comunicadas entre si, por medio de arcos de medio punto entre
pilastras.
En el último tramo se encuentra el coro y bajo el mismo un
espacio con cubierta plana, separado de la nave por columnas toscanas y rejas.
Es muy interesante una gran pila de agua bendita colocada en el centro del
mismo.
Todo el interior del templo está
decorado con un programa pictórico, de tema mariano, que fue realizado en 1874 por los artistas Santiago
González y José María Salvador Gisbert. La cúpula, dedicada al tema de María
“Reina de todos los Santos” fue obra de ambos pintores. Posteriormente, José
María Salvador trabajó en solitario, realizando en 1878, una Inmaculada que se
encuentra el crucero. El resto de la decoración de la nave es muy probable que
también fuera obra suya en exclusiva.
En el
presbiterio se sitúa un baldaquino barroco, bajo el que se venera la imagen
románica de la Virgen del Castillo, patrona de la localidad.
Entre los edificios de uso civil,
podemos destacar la actual sede de la Casa de Cultura que, en su origen, fue
una curiosa construcción edificada como lonja.
Se trataba
de un edificio, de muy poco fondo con porches en su planta inferior, formando
ángulo y sobre ella otra plana con vanos de arco rebajado sobre los anteriores.
Fue al ser rehabilitado para su
nuevo destino cuando se le añadió el edificio contiguo y se modificó su aspecto
primitivo, al abrirse dos ventanas rectangulares.
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