Sin
lugar a dudas, el concierto de órgano programado por el M. I. Ayuntamiento de
Borja, con ocasión de las fiestas navideñas, fue realmente extraordinario, como
pudieron apreciar las numerosas personas que se congregaron en la colegiata de
Santa María.
Antes
de comenzar, el Concejal de Cultura D. Juan María de Ojeda pronunció unas
palabras, resaltando el compromiso de la corporación municipal con los jóvenes
intérpretes borjanos, de cuya preparación musical ha quedado patente en varios
actos programados, a lo largo del pasado año.
Elogió, asimismo la
figura de Alberto Aguilera que intervino, a continuación, agradeciendo la
oportunidad que se le brindaba de tocar un instrumento que, en cierta manera,
constituyó un estímulo, desde sus primeros años, para su vocación musical.
Dedicó un especial recuerdo a sus primeras profesoras, Dª Purificación Andía y
Dª Isabel Castellot. Relató las dificultades iniciales para acceder a este
órgano y su recorrido por los de otros templos de la población, antes de poder
tocar en él, por vez primera, en 2001. Sus palabras fueron interrumpidas en
varias ocasiones por los aplausos del público, especialmente cuando hizo
referencia a la ausencia por enfermedad de nuestro alcalde y a los problemas
suscitados el pasado verano que, en gran medida, impidieron la realización del concierto
que, ahora, tenía lugar.
El
repertorio elegido, con obras de Haëndel, Lerdo de Tejada, Franck, Friese,
Volckmar, Rinck, Weber, Schubert, Morricone y Kung, había sido especialmente
seleccionado para poner de manifiesto la amplia gama de múltiples sonoridades
que es posible obtener de este órgano, a pesar de algunos problemas de afinado
que presenta, fácilmente subsanables.
Este
propósito de Alberto Aguilera se cumplió ampliamente, ya que este magnífico
instrumento musical sonó como hacía mucho tiempo que no se escuchaba, ante el
asombro de todos.
Ello
debe contribuir, sin duda, a la completa recuperación del mismo y a esa
revitalización de la música sagrada que muchos reclaman y que, como señaló
Alberto, atraviesa por unos momentos de declive, difícilmente justificables,
desde el punto de vista histórico y musical.
El
acto finalizó con la interpretación del Himno Pontificio, de C. Gounod que fue
escuchado en pie, por los asistentes, atendiendo las indicaciones de D. Raúl
Rivarés que, con su acierto habitual, condujo el acto mientras Enrique Lacleta
realizaba las fotografías que ilustran este artículo.
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