martes, 15 de enero de 2013

Nuevas imágenes de la iglesia del antiguo convento de dominicos de Borja



            Aunque ya nos ocupamos el pasado año de este templo borjano, reconvertido en Auditorio Municipal, volvemos a hacerlo ya que disponemos de nuevas fotografías, realizadas por Enrique Lacleta, dentro de los trabajos de preparación del inventario artístico de nuestra ciudad que esperamos publicar en algún momento.

            El proceso de construcción de esta iglesia fue complejo pues se demoró durante un largo período, debido a la falta de recursos. En 1640, se había capitulado la obra con Clemente Ruiz y Diego Hurtado, albañiles de Zaragoza. Cuatro años después, Clemente Ruiz encargaba al cantero tudelano Juan de Lezcano la preparación de la piedra necesaria. Sin embargo, como ha documentado Alberto Aguilera, debido a los problemas económicos las obras se interrumpieron durante algún tiempo y, en 1650, se hizo cargo de las mismas José Capaces, un albañil zaragozano que había trabajado en los conventos de San Lázaro y de capuchinas de la capital. Aquí surgieron discrepancias con la comunidad y, de nuevo, se paralizaron los trabajos. En 1654, vuelve a capitularse  su reanudación que fue encomendada a Pablo de Goya, un maestro que había trabajado para los dominicos de Zaragoza. No sabemos, todavía, si fue el último en intervenir pues la iglesia no estuvo acabada hasta 1699.



            La iglesia es de planta de cruz latina, con cabecera recta y coro a los pies, sobre arco carpanel. La nave se cubre con bóveda de lunetos. Tiene dos capillas laterales, a cada lado, que se comunican entre sí y con el crucero. Al ser transformada la iglesia en auditorio, fueron cerradas con mamparas de cristal.




            En el crucero destaca la cúpula con linterna central en la que se abren ocho vanos, uno por cada lado. Se apoya sobre pechinas y está decorada con pintura y yeserías, destacando el florón central.



  
          Es muy interesante la decoración de las pechinas, con motivos florales enmarcando unos róleos en los que, tras la restauración se pintaron los escudos de España, de Aragón, de la provincia de Zaragoza y de Borja, sustituyendo a los que anteriormente existían. 



            Este tipo de decoración está también presente en Borja en la capilla de los Mártires, situada en la cabecera del templo, sobre las que nos preguntó recientemente un amable lector. Para Alberto Aguilera existen evidentes paralelismos entre ambos trabajos.



            Respecto a los escudos originales a los que antes hacíamos referencia, en Santo Domingo estaban representadas la cruz de Calatrava que es el emblema de los dominicos y unas armas con tres bandas de gules sobre campo de plata que, según Federico Bordejé corresponden a los Navarro. Es curioso que, en el dibujo anterior, Bordejé reflejara la corona marquesal que aparece sobre cada uno de los róleos, pero omitiera el yelmo que timbra las armas, algo lógico en el caso de los Navarro, pero anómalo en el caso de la orden.



            Respecto a las capillas laterales, tres de ellas se cubren con bóveda de arista, excepto en la segunda del lado del Evangelio.



   
         En este caso, existe una hermosa cúpula con linterna hexagonal, sobre pechinas. Todo el conjunto está ricamente decorado con yeserías y esgrafiados.



            Cuando se rehabilitó el edificio se tuvo el acierto de mantener en su lugar el retablo mayor, al que dedicaremos un próximo artículo. Se retiraron los existentes en el crucero, uno de ellos dedicado a la Inmaculada Concepción y el otro a tres santos jesuitas (San Luis Gonzaga, San Estanislao de Kostka y San Juan Berchmans) ya que la iglesia que había quedado abandonada, tras la Desamortización, fue sede de las Congregaciones Marianas y de la Asociación de Hijas de María durante la primera mitad del siglo XX. Del resto de altares de esa época, recordamos el de San Antonio de Padua pues también aquí radicaba la obra conocida como “el pan de los pobres”, vinculada a este santo franciscano.










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